Profesor de Ingeniería Forestal, científico y ahora 'desmontador' de bulos. Víctor Resco de Dios (Vizcaya, 1979) cuenta con más de un centenar de artículos publicados en revistas científicas sobre temas relacionados con el medioambiente. Respuestas con evidencias científicas al cambio climático, a la crisis ecológica ... y a la gestión forestal -su especialidad-. Ahora ha recopilado todo en un libro al que ha titulado 'Ecomitos' para «descubrir la realidad» de lo que está pasando. Un discurso muy diferente al que se suele leer, ver y escuchar en el consenso científico, pero no se arruga ante las críticas. «Retardismo es lo que estamos haciendo ahora mismo», responde.
-En el libro se dirige al lector como un posible futuro líder mundial. ¿Está la sociedad española preparada para mantener un debate, una discusión o una charla sobre medioambiente, crisis climática o transición energética?
-La sociedad actual está muy polarizada. Hay una serie de cuestiones que se han encasquillado en nuestra sociedad y parece que el debate calmado y sosegado es cada vez cada vez más difícil. Estamos, sin duda, en un momento difícil de crispación y con este libro busco es que sea un poco un bálsamo.
-En España, la protección del medioambiente y la lucha contra el cambio climático se han asociado siempre a una ideología, digamos, de izquierdas. ¿Existe una posición de centro?
-Ese es el problema, este tema se está abordando desde un punto de vista político o ideológico y es una cuestión que debería tratarse de forma técnica. Cuándo un paciente está enfermo va al médico y no se le da un tratamiento en función de si el médico es de derechas o es de izquierdas. Lo que vemos es que la ideología está determinando cuál es la postura que uno adopta y la realidad es que las olas de calor matan a por igual los de derechas que a los de izquierdas y que los incendios queman las casas de las personas de todas las ideologías. Estamos frente a un problema que nos enfrenta a todos y que, precisamente, por eso deberíamos dejar la ideología de lado y centrarnos en las evidencias.
-El libro lo ha titulado 'Ecomitos', ¿qué es un 'ecomito'?
-Se podría decir que es un bulo sobre la cuestión ambiental. Pero no solamente es un bulo, sino que además son estas falsas creencias que están instaladas en el imaginario colectivo sobre cuestiones que creemos que ayudan a sobrellevar a contrarrestar la crisis ambiental, pero que no es cierto porque no solo no ayudan, sino que encima la agravan.
-¿Y cuál es el peor o el más peligroso?
-El de la responsabilidad individual. Nos han hecho creer que nosotros somos responsables del cambio climático, y que tenemos un estilo de vida insostenible. Lo cierto es que la crisis ambiental está creada por todos los magnates y ricos, ya que el 50% de todas las emisiones de gases con efecto invernadero las produce el 10% de la población. Estas élites han desarrollado campañas como, por ejemplo, la huella del carbono. Este concepto lo desarrolla la petrolera BP hace 20 años y de la noche a la mañana la responsabilidad corporativa que esta empresa tenía por el cambio climático lo deja en el tejado de la ciudadanía. Ya no eran las petroleras las que eran responsables del cambio climático y éramos nosotros los que teníamos un estilo de vida insostenible. Esto pasa con la energía, con el consumo de plásticos, con el supuesto problema de la sobrepoblación...Han creado estas campañas de desinformación y que, además, en muchos casos han sido compradas por las entidades ecologistas. Es lo que llamo la gran coalición.
«La lucha contra el cambio climático se está abordando desde el punto de vista ideológico y tendría que hacerse de forma técnica»
-¿Cómo?
-Cuando uno oye hablar de oenegés ambientalistas casi que se imagina una monja de caridad. Uno no se imagina que detrás de organizaciones como The Nature Conservancy, que es una de las más grandes, tiene un presupuesto anual de más de 1.000 millones de dólares, o que el sueldo del CEO de WWF es de más de un millón de dólares. Estas son las organizaciones ecologistas. Es legítimo montar negocios y cobrar mucho dinero, pero el problema es cuando esto se establece sobre mentiras. En muchas ocasiones, estas ONG ambientalistas se han convertido en el departamento de relaciones públicas de las grandes empresas, porque grandes empresas le dan dinero a una ONG para que plante árboles y así hacer buena propaganda.
-Al inicio del libro habla de que «hay gente que exagera la gravedad de la situación». ¿Se refiere a estas organizaciones?
-Bueno, me refiero a esta corriente catastrofista de que nos vamos a extinguir. No, no nos vamos a extinguir. El cambio climático es un problema muy grande y suficientemente severo como para exagerarlo más. Estas corrientes catastrofistas no son nuevas, sino que se repiten y se ven favorecidas por la inacción. Estamos ante discursos paralizantes, porque la gente no se lo acaba de creer y esto al final favorece a quien más contamina.
-Su discurso y muchos postulados difieren del consenso científico. ¿Temen que le llamen negacionista o retardista?
-Bueno, retardismo es lo que estamos haciendo a día de hoy, porque en lugar de buscar soluciones estructurales al problema, lo que estamos haciendo es poner parches. Estamos haciendo como que hacemos. Cuando se plantan árboles en África, uno cree que se están compensando las emisiones y no es así porque lo que se hace es favorecer que haya más emisiones. Cuando plantas árboles, remueves el suelo y entonces emites CO2 ahí almacenado. Además, lo más probable es que se abandonen esas repoblaciones. Se plantan, te dan el certificado del crédito de carbono y se olvidan de ellos. Además, la experiencia nos ha demostrado que las repoblaciones abandonadas son un tipo de vegetación muy inflamable. Entonces, no solo no van a contribuir a solucionar el problema del cambio climático, sino que lo van a agravar. El reto es luchar contra este retardismo y proponer medidas que realmente sean efectivas y que no sean maniobras de marketing verde.
-En cada capítulo aporta soluciones. Uno de los que más llama la atención por el discurso diferente es sobre energía. Ahí habla de las nucleares y lo hace por encima de las renovables…
-Los estudios nos indican que desde el punto de vista de la de ecotoxicidad, la energía nuclear es menos tóxica y lo es más que la solar y la eólica. Una central nuclear ocupa el mismo espacio que 3 millones de paneles solares, es decir, que ocupa mucho menos terreno y, por tanto, la huella ecológica que tiene es menor. De hecho, el principal factor que está detrás de la pérdida de la biodiversidad no es el cambio climático, es el cambio de uso de la tierra y el hecho de que el monte se transforme en industria. Lo que estamos haciendo es degradar la naturaleza y estamos convirtiendo un monte en una zona industrial de generación de energía. Además, toda esta industria requiere de una minería muy intensiva que, en ocasiones, se produce bajo condiciones de trabajo esclavista. Muchos de estos metales son tóxicos que, con el paso del tiempo, van contaminando y tienen un nivel de toxicidad mayor que la energía nuclear. Luego, está el problema del reciclaje y qué va a pasar cuándo eso no se recicla y acaba en vertederos. Se está empezando a investigar las consecuencias y esta basura procedente de la solar y la eólica puede generar problemas en acuíferos. Estamos poniendo paneles solares y torres eólicas a mansalva sin saber los efectos que van a tener después de su vida útil.
«No, no nos vamos a extinguir»
-Pero sí que hay investigaciones sobre el reciclaje de paneles solares y palas de aerogeneradores…
-Sí, pero una cosa es que las haya y otra que se haga.
-El argumento que da sobre la contaminación de los residuos de la energía solar y la eólica, también se puede aplicar a la nuclear.
-Claro, claro. Los residuos nucleares se guardan bajo tierra y son muy peligrosos. Al cabo de 300 años, la radiactividad del uranio ha disminuido y es 100 veces menos contaminante que lo era al principio. Tienes que garantizar unas condiciones de seguridad y minimizar las fugas, pero pasados esos 300 años la radiación que emana es similar al uranio normal y la radiactividad deja de ser problemática. Sin embargo, el cobalto y todos estos metales pesados siguen siendo contaminantes porque son son metales pesados y lo serán por toda su su eternidad. Pero, además, el proceso de reciclaje contamina…
-¿Cómo?
-Estos minerales necesitan pirometalurgia, es decir, hay que quemar a una temperatura muy elevada para poder reciclarlo y eso emite gases de efecto invernadero. Otra opción es utilizar la hidrometalurgia para, por ejemplo, reciclar el litio, pero eso conlleva contaminar aguas. También están las baterías de plomo y ácido, que se desarrollaron en 1850. En 1920 ya se estaba trabajando en cómo reciclarlas y a día de hoy se puede reciclar el 99% de las baterías, pero en España estamos reciclando solo el 70%. En ocasiones, estas baterías además acaban en países del tercer mundo y son procesadas por niños, por mujeres o por personas vulnerables bajo unas condiciones esclavistas de trabajo y sin ningún tipo de seguridad. ¿Entonces hay que poner renovables? ¿Hay que poner placas solares? Sí, por supuesto y son parte de la solución, pero hay que hacerlo bien, porque si no se puede convertir en parte del problema. No estoy diciendo que haya que hacer más nucleares, lo que digo es que tenemos que hacer las cosas bien.
-Hablaba antes de que la reforestación no es una solución, sino que puede ser un problema. En el libro es muy crítico con la gestión forestal y el mercado de créditos de carbono. ¿Cómo podemos encontrar solución a este problema?
-El 50% de todas las emisiones salen gratis desde el punto de vista climático, porque lo que contribuye al cambio climático es lo que se queda en la atmósfera. Lo que absorben los árboles a través de la fotosíntesis o lo que absorben los océanos, eso no contribuye. Tenemos que garantizar es que este sumidero de carbono, sobre todo el terrestre, tenga un mantenimiento. Hay muchísimas zonas en España donde tenemos los bosques que se están muriendo y lo hacen por la conjunción entre cambio climático, abandono rural y falta de gestión. La sequía como los incendios son graves amenazas a este sumidero terrestre de carbono. Además, hay que añadir que las repoblaciones que se hicieron a partir de la década de los 40 son muy inflamables y nos hemos olvidado de ellas. Ahora hay muchísima biomasa en esos bosques que acaban siendo consumidos por las llamas. El problema del cambio climático no lo va a arreglar plantar árboles, lo que tenemos que hacer es dejar de emitir y utilizar tecnologías que no imitan. El tema de las reforestaciones de empresas son campañas muy de marketing.
-Entonces, ¿cuál es la solución a esta crisis que vivimos?
-Es un poco complicado, porque lo que hay son muchos problemas y muy diferentes. La solución pasa por hacer enfoques globales basados en evidencias y que tengan en cuenta las repercusiones de nuestras acciones a nivel a nivel global.
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