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A. Herranz
Jueves, 31 de marzo 2022, 07:06
Las empresas, por definición, buscan ganar dinero. De hecho, el diccionario de la RAE, en su segunda acepción, asegura que una empresa es una «unidad de organización dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios con fines lucrativos».
Sin embargo, hay una categoría, ... las denominadas empresas sociales, que además de ese rédito económico, tienen entre sus principios fundacionales y en sus estatutos tener un impacto social positivo.
Aunque aún no hay una definición universal o académica de este término, Guillermo Casasnovas, profesor en ESADE, suele decir que son organizaciones que «utilizan métodos empresariales para cumplir una misión social» .
Es decir, que en este tipo de organización, el centro de la actividad no es ganar dinero y repartirlo entre los accionistas a diferencia de una empresa más tradicional pero, a diferencia de una ONG, el método para conseguir este impacto social es a través de la actividad empresarial, teniendo un modelo de negocio, explica el citado experto.
Es decir, que el negocio tiene que ser sostenible, lo que implica que «los ingresos que se reciban de los clientes tienen que ser suficientes para cubrir todos los costes que tienes como empresa».
Sin embargo, en muchos casos, detrás de estas empresas no hay unos accionistas que están esperando ese dividendo, sino que todos los beneficios se reinvierten en la misión social.
Casasnovas también explica que ese propósito social puede ser de muy diversa índole: desde integración laboral a personas en riesgo de exclusión social, fabricar ropa con materiales reciclados, proyectos relacionados con la agricultura ecológica de proximidad o investigaciones médicas de enfermedades raras. Según un estudio realizado por ESADE, en nuestro país la mayoría de las empresas sociales se concentran Madrid, Cataluña y País Vasco. «Es lógico que donde hay más actividad empresarial es donde se encuentren también más empresas sociales», justifica.
Pese a esta declaración de buenas intenciones, lo cierto es que no existe una figura jurídica para las empresas sociales: o son sociedades anónimas o limitadas. Aunque hay alternativas como inscribirse como cooperativas con ánimo de lucro, también hay limitaciones a la hora de generar actividad empresarial o dar dividendos.
Ante este limbo legal, algunas empresas sociales en sus estatutos de sociedad limitada añaden que su objetivo no es solo generar beneficios para los accionistas sino también beneficios para la sociedad.
Además, es una denominación relativamente novedosa, por lo que el profesor del ESADE asegura que también se enfrentan a la incomprensión o falta de entendimiento de sectores como la banca, quienes pueden a veces rechazar la concesión de créditos a este tipo de entidades por temor a no recuperarlos. Una falta de financiación que es más acuciante en las primeras etapas del negocio.
En estos momentos existe una certificación para avalar este tipo de organismos. Son las conocidas como B Corp . Las empresas que intentan obtener esta certificación deben pasar un examen exhaustivo. La duda que surge es si estamos ante un lavado de imagen (o 'greenwashing'), ya que la declaración de aportar un beneficio para la sociedad puede ser demasiado amplia.
«El riesgo está ahí», reconoce Casasnovas, pero asegura que, al menos en España, la mayoría de los BCorp son empresas pequeñas «que ya nacieron con este objetivo». Para comprender el concepto, a continuación se citan cinco de ellas.
Se trata de una empresa catalana que se dedica a la fabricación de yogures con la leche de la granja que poseen en la zona norte. El proceso está muy poco industrializado y, sobre todo, da empleo a personas con enfermedad mental o con riesgo de exclusión social. Nacida en los años 80, fue una de las primeras empresas sociales que hubo en España. Su fundador, psiquiatra, se dio cuenta de la necesidad de dar un empleo real a personas con problemas mentales como mejor tratamiento que su internado en un centro especializado.
Se dedican a hacer ropa con material reciclado (como plásticos procedentes de los océanos), después de que su fundador se planteara cómo dejar un mejor planeta a sus hijos. La ropa es de diseño y de buena calidad. Tienen también su propia fundación. Recibió la certificación BCorp en 2018.
Cooperativa abierta de consultores, con más de 20 años de experiencia, especializados en distintas áreas (estrategia, calidad, producción, gestión, 'branding', medioambiente, 'marketing', compras, comercial) que busca que las organizaciones también persigan el bien común como su principal objetivo.
Es una empresa familiar dedicada a la elaboración de conservas de productos del mar desde principios del siglo pasado ubicada en Vilanova de Arousa. El nombre pretende reflejar su filosofía de trabajo, basada en el aprovechamiento de los recursos marinos de forma racional y sostenible, procesados según los métodos tradicionales.
Esta editorial de libros infantiles está comprometida a preservar el medio ambiente a través de la integración de materiales sostenibles y está usando papel de piedra desde enero de 2017. Es una nueva generación de papel que no necesita árboles, agua o productos químicos, ahorrando más del 50% de la energía consumida en comparación con el papel a base de árboles.
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