Empezó en los comentarios de los vecinos, saltó a la prensa local y ahora se ha convertido en uno de esos temas que dominan en redes sociales. Un par de decenas de municipios gallegos están viviendo, desde hace unas semanas, una invasión de moscas. De ... hecho, a finales de abril, Tomiño, uno de los ayuntamientos afectados, ya reclamaba «una respuesta coordinada» al problema. Su alcaldesa, Sandra González, insistía en que, si bien estas moscas no transmitían enfermedades, su presencia tenía ya un efecto negativo sobre el bienestar y la calidad de vida de la ciudadanía.
¿Es está invasión de moscas una cuestión que llame la atención a quienes trabajan con los insectos y las plagas? «No sorprende», reconoce Jacinto Díez, portavoz de Rentokil. Quizás las imágenes que están llegando resulten llamativas, pero que las moscas estén ahí y estén de forma tan intensa no lo es tanto. La clave para comprenderlo está —como suele suceder cada vez que se habla de plagas— en el cambio climático.
La emergencia climática es, como recuerda el experto, «un factor importantísimo que está influyendo en los insectos». Las moscas son unos de ellos, pero no son las únicas. Los inviernos más suaves y los veranos más largos contribuyen a crear un contexto mucho más propicio para las plagas. El metabolismo de los insectos se acelera. Sus ciclos de reproducción son más intensos y las poblaciones se disparan.
De hecho, en estos últimos años, se han ido sucediendo episodios parecidos y en múltiples lugares conectados con diferentes plagas de insectos. Ahí estuvieron las chinches del pasado otoño, que se lanzaron desde París a la conquista de Europa —y de sus colchones—, o los mosquitos de la primavera pasada, cuando empezaron a picar antes de tiempo. Las cucarachas o las garrapatas viven igualmente un momento dulce por los cambios en las temperaturas globales.
Pero, volviendo al caso concreto de las moscas, el cambio climático pone el escenario, aunque para entender de dónde vienen tantas y en un momento tan concreto hay que sumar otros factores. El Grupo de Biología ambiental de la Universidad de Vigo ha estado investigando estos meses pasados en el área de Tomiño qué pasaba con las moscas. Sus conclusiones, como adelantan a 'GCiencia', apuntan que la pérdida de los ecosistemas impacta en su reproducción. La desaparición de la vegetación fluvial golpea de forma negativa, por ejemplo.
Los episodios de calor elevado —y Galicia acaba de cerrar un abril en el que hubo temperaturas muy veraniegas— propician la aparición de moscas.
Por su parte, Díez teoriza que, para asistir a una explosión tan importante, tuvieron que darse algunos factores que ayuden a su reproducción. Quizás, elucubra, el foco de la plaga esté en alguna explotación agropecuaria, que son un hábitat importante para las moscas. Quizás, lo sea algún proceso de abonado, porque cuando se echa abono y no se rotura bien la tierra se crea también una tormenta perfecta en moscas.
Con todo, lo que pasa ahora en los municipios gallegos está lejos de ser único. Podría pasar «en cualquier otra comunidad y el cualquier otro momento».
Más moscas
Si se observa la cocina de casa y se siente que se ven muchas más moscas que antes, se está comprobando de un modo pragmático algo que es ya una realidad. Cada vez hay más moscas, como confirma Díez.
Esa mezcla de veranos largos y cálidos e inviernos suaves se repite año tras año, lo que hace que los contextos óptimos para su cría estén bien lejos de ser una excepcionalidad de este ejercicio. La pregunta podría ser, más bien, si tendremos más moscas este verano, después de este invierno que fue tan suave y caluroso en tantas partes de España. «La previsión es que sí», indica el experto.
Y las moscas no estarán solas. También es probable que haya muchos mosquitos. No ayuda tampoco, apunta Díez, que se hayan producido lluvias torrenciales recientemente en no pocos lugares. Cuando cae tanta agua, la tierra no es capaz de absorberla y se crean pozas que son territorio 'premium' para los mosquitos.
La avalancha de moscas es molesta y problemática. Por mucho que a veces demos por sentado que son solo un incordio, Díez lo desmonta. «Las moscas no son inocuas», apunta. Puede que no piquen como los mosquitos y que por eso relativicemos su presencia, pero pueden ser portadoras de virus, parásitos y bacterias. Son, apunta el experto, un riesgo para la salud.
Por ahora, las especies de moscas que circulan son las de, por así decirlo, toda la vida. No hay datos sobre especies invasoras de moscas, pero el cambio climático y la globalización —que no solo hace que los bienes viajen, también que lo hagan los insectos— hace que se esté expuesto a su potencial llegada.
Cómo prevenir antes que curar
La presencia de las moscas se convierte en una molestia, especialmente cuando su número se dispara. Luchar contra ellas implica centrarse en el foco de la infección. Hay que averiguar de dónde vienen y, allí, aplicar un tratamiento que elimine la plaga, señala Diaz. Pero ¿qué se puede hacer a nivel doméstico? El experto recomienda mantener potenciales puntos de entrada —como las puertas— cerrados, usar mosquiteras y apostar por sistemas de captura. Podríamos pasarnos todo el día con el spray insecticida, pero, a pesar de su seguridad, no recomienda ese uso tan intenso. Mejor, insiste, prevenir antes de curar.
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