Jonathan Pershing
ODS 13 - Acción por el clima ·
Jonathan Pershing ha estado presente en las 27 COP que se han celebrado hasta el momento y no ha perdido la esperanza de cumplir con los objetivos climáticosSecciones
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Jonathan Pershing
ODS 13 - Acción por el clima ·
Jonathan Pershing ha estado presente en las 27 COP que se han celebrado hasta el momento y no ha perdido la esperanza de cumplir con los objetivos climáticosDesde Río de Janeiro (Brasil) en 1992 hasta Sharm el-Sheij (Egipto) en 2022, Jonathan Pershing ha estado en todas y cada una de las Conferencias de las Partes (COP, por sus siglas en inglés) celebradas hasta el momento. «En los 90 éramos unos pocos ... y ahora hay cientos de jefes de estado», asegura Pershing. Hablar de clima en Estados Unidos significa pronunciar su nombre, un veterano de la diplomacia climática que se autodefine como «bastante optimista», aunque «queda mucho por hacer». Las conversaciones al más alto nivel sobre este tema no tienen ningún secreto para Pershing. «Es una auténtica enciclopedia climática», señaló John Kerry, enviado especial para el clima de Estados Unidos. Kerry ha sido su último jefe en el mundo de la política, Pershing acudió a su llamada después de la victoria de Joe Biden en las pasadas presidenciales estadounidenses. «La Administración Trump deshizo todo lo que habíamos construido anteriormente», explica. Un trabajo que este veterano diplomático construyó bajo el mandato de cuatro presidentes y bajo el liderazgo de Obama fue el enviado climático encargado de liderar la postura del país en la COP 21 de París. Ahora ha vuelto al mundo de la filantropía «para seguir ayudando desde fuera», pero, asegura, que si el teléfono suena «volvería», responde.
-Hace una semana el IPCC presentó la síntesis del sexto informe y decían que la ventana de oportunidad de cumplir con el Acuerdo de París se está cerrando, ¿qué opina usted?
-Hay que tener cuidado con la interpretación del IPCC. Hay varias partes en el informe. El primero es que proyectan la dirección actual del aumento de las emisiones que van en la dirección equivocada. Para entender lo que están diciendo hay que ir más atrás. Ellos dicen que sería mejor bajar las temperaturas a 1,5º grados y eso es mejor que dos. También 1,6ºC es mejor que 2ºC y es mejor que 2.5ºC. Lo que dice el IPCC es que el camino más eficiente para llegar a 1,5ºC requeriría que las emisiones globales se redujeran a la mitad en torno a 2030 y no estamos ahí. Por ello, lo que dicen es que vayamos más allá y tengamos un descenso muy brusco en el futuro, no dice que no se pueda tener éxito. El segundo, y está claro, la ciencia es explícita en que a menos que nos movamos más rápido, es muy probable que superemos ese umbral. Y sabemos que cuanto más calor haga, más importantes serán los daños.
-¿Pero estamos en camino de cumplir con el Pacto de París?
-Probablemente sea demasiado pronto para decirlo. Todo es posible en este momento, sin embargo, actualmente no estamos en una trayectoria eficaz para cumplir con el Acuerdo de París.
-¿Pero es posible cumplirlo?
-Es posible, pero, actualmente, no es probable
-Desde el mundo político, ¿se escuchan los mensajes de los científicos?
-Sí y no. Los jefes de Estado reconocen lo que dice la ciencia. Pero, el cambio rápido no está sucediendo. Ahora estamos viendo algunas políticas como la Ley de Reducción de la Inflación (IRA por sus siglas en inglés) o el Acuerdo Europeo sobre Política Industrial o la inversión china en renovables o la inversión india y no están ocurriendo lo suficientemente rápido. Lo que vemos es bueno y hay una acción significativa, pero no es suficiente para cumplir el camino para mantenerse por debajo de los 1,5ºC.
-Habla usted de la Ley de Reducción de la Inflación. ¿Esta nueva normativa está tensionando las relaciones entre Europa y Estados Unidos?
-Sí, está ocurriendo esa tensión. Estados Unidos reclama una parte de la fabricación de estas nuevas tecnologías climáticas. China siempre ha subvencionado su producción y no ha apoyado al resto del mundo. Los países se centran claramente en cómo crear su industria nacional y eso es ineficaz. Estados Unidos y Europa están en proceso de negociación, pero las tensiones son reales. ¿Cuándo se resolverán? No lo sé, pero creo que se solucionarán.
-Se está intentando resolver un problema global, pero con el foco local, ¿no?
-Así funciona siempre la política. No te eligen presidente de Estados Unidos o presidente del Gobierno de España para resolver los problemas de Alemania o de la India; te eligen para resolver los problemas de Madrid o los de Washington. La cuestión, en última instancia, es si se puede seguir avanzando en la cuestión climática y conservar el apoyo de la opinión pública y hacer estos cambios. Por eso me fijo ahora en lo que está haciendo España. Negociaron una excepción muy interesante en el precio del gas dentro de Europa. ¿Era lo que Europa hubiera querido? No, habría preferido un precio único a escala europea. Pero España argumentó que la falta de conexión con el resto de Europa y el alto porcentaje de energías renovables debían justificar una excepción y Europea acabó accediendo. Estados Unidos está haciendo algo parecido y ha decidido que quiere poner enormes cantidades de dinero en nuevas tecnologías. Pero si lo invierte y toda la tecnología procede de otro país, no hay retorno en Estados Unidos. Es la misma cuestión. Siempre es una cuestión de desarrollo local, capacidad local, beneficio local en el contexto de un problema global. Es menos eficiente desde el punto de vista económico, pero es políticamente más atractivo y posible. Si envío todo mi dinero al extranjero, no tengo buena publicidad nacional.
- Y España… ¿Está haciendo un buen trabajo?
-España es uno de los países líderes en materia climática. Los trabajos aquí sobre energía eólica y solar están más avanzados que en casi cualquier otro país. La conexión con el norte de África en términos de potencia y suministro está más avanzada que en cualquier otro país de Europa. La pregunta para mí es si puede continuar así porque no está todo hecho.
-Habla de energía eólica y solar, España también quiere apostar por el hidrógeno, ¿es realmente el futuro como apuestan muchos? ¿Qué se dice en Estados Unidos sobre ello?
-También se habla. Hay muchos puntos positivos como las cero emisiones, pero también hay negativos como la producción que todavía es bastante pequeña y cómo conseguirlo porque lo puedes hacer a partir de agua de mar y energía solar, pero también a un coste mucho menor a partir de gas natural.
-Eso no es verde…
-No, no lo es verde, porque tiene emisiones. La idea es reducir el coste al menos un 50% y si se consigue, podría empezar a usarse. La duda es cómo usarlo y no creo que se utilice para los coches, tal vez pueda valer para camiones o como alternativa en la industria. Soy escéptico en cuanto al hidrógeno para automóviles.
-De vuelta a Estados Unidos. ¿Está cumpliendo Biden con sus objetivos climáticos?
-Biden ha fijado un objetivo de reducción del 50 al 52% las emisiones. Actualmente, la legislación que se ha desarrollado se sitúa entre el 40% y el 45%. Así que todavía está un poco corto. Sin embargo, si sumamos el trabajo adicional que están realizando algunos de los principales estados -California, Nueva York, Massachusetts, Minnesota-, nos acercamos.
-¿Los podrá cumplir en lo que le queda de legislatura? Recientemente tuvo que usar su veto en el tema de la inversión con criterios sostenibles.
-Lo interesante del veto de ESG es que cuenta con un amplio apoyo público. Biden tuvo dos años donde controlaba la presidencia, el Senado y la Cámara de Representantes. Ahora ha perdido uno y está claro que el Partido Republicano no da prioridad al clima y rechazará más propuestas, pero no tienen los votos para cambiar las políticas.
-Hablaba de la relación entre Estados Unidos y Europa, ¿qué tal con China?
-La relación no es buena. El hecho de que Xi Jinping y Putin se reunieran y acordaran una amistad para siempre en el contexto de Ucrania es muy impopular en Estados Unidos, al igual que la propiedad intelectual, las cuestiones en torno a Taiwán o las cuestiones relativas a la mano de obra en algunas partes de China. Dicho esto, es imposible imaginar un éxito en materia climática si no hay compromiso entre ambos países. Es una historia complicada y la relación ahora mismo es muy difícil.
-¿Cuántas veces se han sentado en los últimos años?
-A nivel presidencial, no muchas. Sobre el cambio climático, muchas más. El secretario Kerry y el enviado especial chino han mantenido reuniones virtuales y reuniones en persona. Que yo sepa, la más reciente fue en Sharm el-Seij (Egipto) en la última COP 27. Eso fue en diciembre del año pasado y no sé si ha habido otra pero me sorprendería que ambos no estuvieran interesados en continuarlas.
-La postura china en la COP 27 fue muy neutral, ¿cree que están haciendo todo lo posible para cumplir con los objetivos climáticos?
-Espero que no, porque si ellos no pueden hacer más, nosotros no lo conseguiremos. China representa entre el 25% y el 30% de las emisiones de todo el mundo. Así que si no pueden hacer más de lo que están haciendo, no se podrá llegar a la solución. Dicho esto, China tiene dos agendas contradictorias. Por un lado, busca un crecimiento económico continuado, lo que requiere energía. Están instalando más energías renovables que el resto del mundo junto y eso es asombroso, pero, por otro lado, no es suficiente porque están poniendo más carbón que el resto del mundo. Creo que China es uno de los pocos países que puede escalar y llegar a un cambio realmente grande con grandes inversiones de cualquier país del mundo.
-Usted ha estado en prácticamente todas las cumbres del clima y año tras año el mensaje es el mismo. ¿Son un fracaso estas citas?
-La pregunta más acertada sería plantearse cuál es la trayectoria de estas reuniones. Cuando empezamos se esperaba que las emisiones aumentaran entre cinco y siete grados. Actualmente hablamos de una trayectoria de 2ºC o 1,5ºC. Si los países se comprometen podemos estar en torno a esos dos grados y antes, recuerde, hablábamos de 5ºC. Creo que es un éxito, pero no estamos en esos 1,5ºC deseados y es una brecha que todavía tenemos que cerrar. No creo que el mundo hubiera hecho tanto si no tuviéramos estos procesos internacionales. Esto no significa que hayan hecho todo lo que queríamos que hicieran, pero sin esto, casi con toda seguridad habríamos hecho mucho menos de lo que hemos conseguido. Hemos resuelto dos tercios del problema, nos queda el último tercio.
-Escuchándole, es usted muy optimista…
-Sí. Asistí a las negociaciones originales en 1990. En aquel momento teníamos una sala de reuniones muy pequeña en Washington DC donde no había jefes de estado ni ministros. Estábamos en un hotel cerca del aeropuerto y se resumía en una pequeña conversación. Ahora en la COP28 se espera a más de cien jefes de Estado y miles de personas. Lo que estamos tratando de hacer es reorientar la economía mundial y poder hacerlo en un periodo de 30 años, como creo que hemos hecho, es asombroso.
-¿Y qué espera de la COP 28?
-Creo que aún está por ver. Hay que revisar los progresos climáticos y la financiación. Al fin y al cabo, cuesta dinero hacer estos cambios El tercer punto de la agenda es la adaptación porque el clima está cambiando y, además, tiene enormes repercusiones sobre las personas.
-¿Le preocupa el peso que tiene el mundo de los combustibles fósiles en las cumbres del clima?
-La verdad es que no. Creo que la comunidad de los combustibles fósiles refleja mucho más las prioridades de los países y la limitación de la transición.
-Pero el presidente de la COP 28 es uno de los dirigentes de una de las cuatro grandes petroleras del mundo…
-Le conozco bastante bien. Él dirige una compañía petrolera, pero también es el jefe de organizaciones renovables. También es la voz principal en los Emiratos Árabes Unidos para la energía renovable y también es quien trajo la Agencia Internacional de Energías Renovables a los EAU. Es complicado, porque se trata de un país cuya economía está totalmente ligada a los combustibles fósiles y lo que espero de él no es que se dé la vuelta y diga: 'Quiero apagar mi economía'. Yo espero que diga: 'Aquí está la visión de una transición a nivel global'.
-¿Por qué dejó su cargo para volver a la filantropía?
-Prometí volver porque la Administración Trump desmanteló el equipo para trabajar sobre el cambio climático. Volví tras la llamada de Kerry para volver a montarlo y lo hicimos.
-¿Regresaría?
-Siempre es cuestión de que te lo propongan (risas). Así que hasta que no me lo pidan, no lo sé. Ahora disfruto con lo que hago y en el Gobierno hay gente con conocimientos excelentes.
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