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Edición de Barbie astronauta. Archivo
La brecha trunca hasta los sueños: por qué las niñas dejan de querer ser astronautas

La brecha trunca hasta los sueños: por qué las niñas dejan de querer ser astronautas

ODS 5 | Igualdad de género ·

Sobre los 6 años, las niñas han abandonado ya la idea de tener una profesión icónica. A esa edad asumen también que los niños son, por defecto, más brillantes que ellas

Raquel C. Pico

Lunes, 29 de julio 2024, 11:57

En las fotos de los años de Educación Infantil de Andrea, es la niña que va siempre disfrazada de astronauta. Ahora tiene 8 años y, a pesar de lo que podía parecer por sus disfraces, le atrae el mundo de la carrera espacial, pero ya no se ve viajando a las estrellas. Esto, aunque puede parecer una anécdota, es un caso real y es un cambio que se da entre las niñas de medio mundo. No tan extraño que sucede. De hecho, tiene hasta nombre. Es lo que se conoce como brecha de los sueños o, por su nombre en inglés, 'dream gap'.

Como explica en 'Auténticas impostoras' (Roca) Violeta Alcocer, «la brecha de los sueños es el término que se utiliza para describir la distancia existente entre las niñas y su potencial». Los estudios sobre este tema, apunta, han demostrado que las niñas dejan ya de soñar con ser presidentas o astronautas a los 5 años.

No se trata solo de que abandonen la idea de ocupar puestos importantes y profesiones icónicas antes que los niños, sino que además pronto comienzan también a aparecer sesgos en la visión que tienen de sus propias capacidades. «A los 7 es más probable que crean que los niños son más capaces que ellas para las matemáticas o las ciencias», escribe la experta. Entre los 6 y los 8 años, 9 de cada 10 niñas ya asocian la ingeniería con «habilidades masculinas», suma.

La tecnología, 'algo de niños'

Y, como demostró hace unos años un estudio elaborado por investigadores de las universidades de Nueva York, Illinois y Princeton, es menos frecuente que las niñas asocien ser brillantes con su propio género de lo que lo hacen los niños. Esto pasa ya a los 6 años. Los brillantes son ellos, asumen, lo que lleva a que eviten participar en actividades en las que se presupone que hay que serlo. Las matemáticas o la tecnología se ven como 'algo de niños', aunque obviamente sean disciplinas para cualquier persona.

En la cuestión de la brecha impacta, igualmente, otro elemento importante, el del valor del trabajo. Lo importante sigue siendo percibido como lo que hacen mayoritariamente ellos, ocupaciones con una alta masculinización. Los trabajos altamente feminizados suelen tener salarios más bajos de media y esto no es casualidad.

Como escribe Alcocer, «la asociación de todo lo femenino como algo menos valioso hace que aquellos trabajos que hemos desempeñado típicamente las mujeres a lo largo de la historia se consideren trabajos de segunda». Es la pescadilla que se muerde la cola.

A eso se suma, añade Alcocer, que se ha tenido una visión androcéntrica del progreso. Los cuidados —un trabajo que las mujeres han asumido de forma fundamental en los últimos siglos— no se veían como parte del progreso, por mucho que fueran básicos para que pudiera producirse.

Ingrid Yuliana Guachetá participando del programa «Ella es Astronauta», en las instalaciones de la NASA. EFE

Cambiar de rumbo

Virginia Pascual es la coordinadora del Departamento de Didáctica de las Matemáticas y las Ciencias Experimentales de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Uno de sus temas de interés es la mujer y la ciencia y la brecha de género que todavía pervive en ese sector.

¿Es la brecha de los sueños un elemento que impacta en la brecha STEAM? ¿Por qué las profesionales siguen siendo minoría en esas disciplinas? «Es algo multifactorial», apunta, en lo que entran factores que se conocen —la conciliación, que quizás las mujeres son por la razón que sea más prácticas, etc— y otros que todavía se nos escapan.

Tampoco ayuda, suma, que sigamos visualizando científicos entregados durante horas y horas a su ciencia, absorbidos por ella, un cliché que se sigue repitiendo y «un papel que no es la realidad».

Por eso, y aunque en los últimos años este tema se ha convertido en uno que protagoniza análisis, reportajes y conversaciones, la cuestión no está aún resuelta. «Todavía queda mucho por hacer», apunta. Se ha visto un crecimiento de la presencia de universitarias en carreras del ámbito de la ciencia, como las matemáticas o, especialmente, la rama sanitaria. En Medicina, las universitarias ya son mayoría. Sin embargo, todavía siguen siendo una minoría en ramas como las ingenierías.

La experta subraya la importancia de contar con referentes para cambiar las cosas y reducir la brecha, mostrar que las mujeres están ahí y ya lo han estado en el pasado. Es algo determinante para las niñas y también, insiste, para los niños. A veces, indica, olvidamos que los niños necesitan igualmente conocer a esas mujeres científicas, tecnólogas o inventoras. Importa porque es crucial, indica, que sepan que «si eres bueno no importa el género», pero también porque los cambios no los harán esas niñas solas. Será algo que hagan juntos.

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