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Caudal seco del río Negro, en Manaos, durante la sequía sin precedentes que azota Brasil. Raphael Alves
El año más seco en tres décadas amenaza los ríos de todo el mundo

El año más seco en tres décadas amenaza los ríos de todo el mundo

ODS 6 | Agua limpia ·

La Organización Meteorológica Mundial alerta de la pérdida de nieve récord en los glaciares, la bajada de los cauces y de las reservas subterráneas en 2023

Lunes, 7 de octubre 2024, 13:04

2023 fue el año más seco para los ríos de todo el mundo de las últimas tres décadas. Después de batir récords de temperaturas, el pasado año también pasará a la historia como uno de los que más pérdida de reservas acuáticas ha registrado. Esta realidad se ha notado tanto en los cauces como en los glaciares. Estos últimos, destacados siempre como indicadores clave del estado del clima global, han experimentado la mayor pérdida de masa vista en medio siglo. Además, en los últimos cinco años esta circunstancia se ha mantenido, con flujos muy inferiores a los normales, con una entrada de agua a los embalses igualmente deficiente.

Estas son las conclusiones más relevantes que ha difundido hoy anual la Organización Meteorológica Mundial (OMM) con motivo de su análisis anual del estado de los recursos hídricos en el mundo, que se elabora desde el año 2021 con las aportaciones de decenas de servicios meteorológicos e hidrológicos nacionales, entre otras organizaciones y expertos. «Esta situación reduce la cantidad de agua disponible para las comunidades, la agricultura y los ecosistemas. Todo ello ejerce una mayor presión sobre el abastecimiento mundial de agua», adivierten los autores del trabajo.

Ya en la actualidad, según los datos de ONU-Agua, 3.600 millones de personas carecen de suficiente acceso al agua, por lo menos, durante un mes al año, cifra que previsiblemente aumentará hasta superar los 5.000 millones de aquí a 2050.

Fenómenos extremos y relacionados

Las temperaturas récord del año pasado están relacionadas con este balance tan negativo de las reservas de agua en el mundo. Las elevadas temperaturas y la falta de precipitaciones en distintas partes del mundo contribuyeron a prolongar los periodos de sequía. Esto, por otro lado, contrasta con las crecidas de los ríos, también registradas a nivel mundial.

«Una atmósfera más cálida retiene más humedad, lo que favorece las precipitaciones intensas. La evaporación más rápida y, a la vez, la desecación de los suelos empeoran las condiciones de sequía», se explica en el informe. Estas manifestaciones del clima extremo son consecuencias propias del cambio climático, también influidos, como señala el citado informe, por la transición del fenómeno de La Niña a El Niño a mediados del pasado 2023.

Fotografía difundida por el gobierno de Libia de los estragos causados por las inundaciones registradas en 2023.

En este sentido, destacan los expertos de la OMM como los dos episodios más graves el derrumbe de dos presas en Libia, provocado por una gran crecida que se cobró la vida de 11.000 personas y afectó al 22% de la población. Otras crecidas afectaron al Cuerno de África, República Democrática del Congo, Rwanda, Mozanbique y Malawi. No en vano, este continente ha sido el más castigado por estos eventos.

En el otro extremo, el sur de Estados Unidos, América Central, Argentina, Uruguay, Perú y Brasil se vieron afectados por una sequía generalizada que condujo a una pérdida del 3% del PIB de Argentina y a los niveles de agua más bajos observados hasta la fecha en el Amazonas y en el lago Titicaca.

Indicadores de peligro

Lo importante del dato difundido hoy es que estos recursos hídricos que empiezan a escasear son, en palabras de Celeste Saulo, secretaria general de la OMM, un «indicador de peligro» del cambio climático que y a está en curso. Para la responsable del organismo meteorológico, las crecidas de los ríos, inundaciones y sequías cada vez más extremas que cada vez se cobran más vidas, además de perjudicar a los ecosistemas y a las economías, son «llamadas de socorro» del planeta.

Por zonas concretas, el informe señala las cuencas del Misisipi y del Amazonas, que se registraron niveles récord de estiaje (caudal mínimo). En Asia y Oceanía, las grandes cuencas de los ríos Ganges, Brahmaputra y Mekong experimentaron «condiciones inferiores a las normales en casi todo su territorio».

Abajo, zona seca que muestra la caída del nivel del lago Titicaca, la cuenca de agua dulce más grande de América Latina Reuters/Claudia Morales

Por otro lado, en la costa oriental de África se registraron descargas e inundaciones «muy por encima de lo normal». La isla Norte de Nueva Zelanda y Filipinas presentaron condiciones de descarga anual muy superiores a las normales. En el norte de Europa, en todo el territorio del Reino Unido e Irlanda se produjo una descarga superior a la normal. Ello ocurrió también en Finlandia y en el sur de Suecia.

Tampoco las reservas de aguas subterráneas están a niveles adecuados. En algunas zonas de América del Norte y Europa se ha constalado un «notable agotamiento» debido a la prolongada sequía. En Chile y Jordania, por ejemplo, los niveles están por debajo de lo normal, aunque, advierte la OMM, «los descensos a largo plazo se debieron más a la sobreexplotación que a factores climáticos».

Glaciares

Los glaciares, otro de los indicadores de reservas hídricas, arrojan niveles alarmantes. Según los datos preliminares de septiembre de 2022 a agosto de 2023, estos perdieron más de 600 gigatoneladas de agua, la mayor pérdida registrada en 50 años de observaciones, como se citaba al inicio.

Esta grave pérdida se debe principalmente al deshielo extremo ocurrido en el oeste de América del Norte y los Alpes europeos, donde los glaciares suizos perdieron cerca del 10% del volumen que les quedaba en los dos últimos años, concreta el informe de la OMM.

Imagen aérea de un glaciar derretido por las altas temperaturas registradas en Groenlandia en agosto del 2023. AFP

La capa de nieve presente en el hemisferio norte disminuyó a finales de la primavera y en el verano, de modo que en mayo de 2023, la extensión de esa capa de nieve fue la octava más baja registrada (1967-2023). En América del Norte, la capa de nieve correspondiente a mayo fue la más baja del mismo periodo.

La pérdida estival de masa de hielo en los últimos años indica que los glaciares de Europa, Escandinavia, el Cáucaso, Canadá occidental septentrional, Asia meridional occidental y Nueva Zelanda han superado el pico de agua (tasa máxima de fusión de un glaciar en retroceso; lo que reducirá el almacenamiento y la disponibilidad de agua posteriormente), mientras que los Andes meridionales (dominados por la región patagónica), el Ártico ruso y el archipiélago Svalbard parecen seguir presentando tasas de deshielo crecientes.

«La fusión de la nieve de los glaciares pone en jaque la seguridad hídrica a largo plazo de muchos millones de personas. Y, sin embargo, no estamos adoptando las medidas urgentes necesarias», se lamentó Saulo.

Difícil de predecir

Además de la mala situación de las reservas, el problema con el que se encuentran los científicos es que el ciclo hidrológico se ha vuelto más impredecible. Esto choca frontalmente con el verdadero objetivo de la OMM, que no es otro que poner en marcha un modelo eficaz de Alertas Tempranas para Todos, un mandato que tiene de la ONU y que persigue poder avisar a la población con suficiente antelación de fenómenos climáticos extremos (de la sequía a las inundaciones) con el fin de proteger a todos los ciudadanos.

Con este informe de reservas hídricas, pretenden que los datos recibidos de una gran variedad de fuentes puedan ser observados y modelizados para servir a estas Alertas Tempranas, que deberán estar operativas en 2027.

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