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María G. Astorga
Viernes, 21 de junio 2024
Desde la agricultura, el deporte, el transporte y hasta como fuente de energía. El agua es un bien que se utiliza a diario y que, desde 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció de forma explícita, junto al saneamiento de esta misma, como un derecho humano fudamental, intrínseco a todas las dimensiones de la vida.
Cinco años después de esta disposición, la ONU adoptó la Asamblea 2030 para el desarrollo sostenible. Un plan de actuación formada por 17 objetivos y que los países e instituciones deben seguir como un compromiso común y universal para alcanzar un mundo más sotenible. El acceso al agua potable, el saneamiento y la higiene representan el número seis del plan. Un punto que toma como epicencentro de actuación la empresa Aqualia.
Carlos Revilla
Responsable de Laboratorio en Aqualia
Esta compañía de agua, participada por el grupo de servicios ciudadanos (FCC) y por el fondo ético australiano IFM investors, es la responsable de gestionar y garantizar el suministro de 45,2 millones de hogares en 18 países distintos. En España sus servicios llegan a 1.097 municipios y a más de 12 millones y medio de personas.
Se encargan de asegurar la calidad de este recurso a través de un sistema de gestión de riesgo. Llevan a cabo evaluaciones y controles mediante planes de seguridad, comprendidos desde la captación del agua hasta el sistema de distribución domiciliaria.
Para ello cuentan con una red de ocho laboratorios acreditados con la ISO 17.025 repartidos por distintas ciudades de la geografía española: Oviedo, Lleida, Vigo, Tafalla (Navarra), Jeréz de la Frontera (Cádiz), Badajoz, Adeje (Tenerife) y Ávila. Su trabajo no se limita a España sino que, además, disponen de cinco laboratorios acreditados ubicados en la República Checa, Georgia e Italia; y otro en fase de acreditación en Colombia.
La acreditación ISO 17.025, proporcionada por la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC), es una normativa internacional para los laboratorios de ensayo y calibración, con la que se fijan ciertos requisitos como la técnica del personal, la trazabilidad de las mediciones y la gestión de calidad para garantizar que los resultados que ofrecen son válidos.
Llevar este sello «da fiabilidad a los resultados que se obtienen y muestra la competencia técnica, del personal, de las instalaciones, del equipamiento y del laboratorio en general», indica Carlos Revilla, licenciado en Química y responsable del laboratorio de Aqualia en Ávila.
Con el Real Decreto 3/2023, de 10 de enero, se modificaron ciertos criterios técnico-sanitarios de la calidad del agua de consumo, su control y suministro respecto a la antigua normativa. Se redujeron los valores paramétricos de algunos componentes y se añadieron otros grupos de agentes químicos, consideradas como «contaminantes de preocupación emergente en el agua de consumo», y se cambió la frecuencia de muestreo.
Con motivo de este nuevo decreto, el volumen de muestras del laboratorio de Ávila pasó, en 2022, de recibir unas 6.500 a tener más de 8.000 en 2023, explica el responsable.
De esta manera, la empresa decidió realizar una «inversión importante» en los laboratorios porque, según indica el director, el agua, producto con el que trabajan, y el control de su calidad son fundamentales dentro de la compañía ya que «el agua es un bien que se consume casi cada milisegundo».
La adecuada gestión del ciclo general del agua está en el centro de muchos de los objetivos globales a los que la sociedad se enfrenta. Los medioambientales, como la adaptación al cambio climático o la protección de la biodiversidad, motivo por el que «tenemos que conseguir que el tratamiento que hacemos del agua sea en las mejores condiciones posibles, por ello nuestros controles de calidad son tan estrictos», afirma Revilla.
Los sociales, como la accesibilidad al agua, la concienciación social en cuanto a cuidado y calidad, al igual que el desarrollo económico, ya que la optimización de la gestión del ciclo del agua, permiten, según la compañía, «mejorar la calidad de vida de millones de personas».
El laboratorio de Ávila, acreditado desde 2006, recibe muestras semanales de Galicia, Asturias, Cantabria, Castilla-León, Castilla La Mancha y Madrid. En este centro, explica Revilla, se encargan de los análisis de control y de grifo, mientras que en los laboratorios de Oviedo y Tenerife se encargan de los análisis completos.
En primer lugar se comprueba en programación todas las muestras que llegan al laboratorio y el tipo de componentes que tienen que analizar y un programa informático les asigna un código númerico para, según aclara el responsable, anular la posibilidad de influenciar en el resultado. «Nosotros emitimos el resultado con toda la privacidad, confidencialidad e independencia del mundo», explica.
Una vez que se tiene el código númerico se inicia la fase de analítica con la realización de los ensayos. Disponen de espacios para formación, almacén, zona de recepción de muestras, despachos y seis salas de ánalisis al rededor de una central donde se llevan a cabo los procesos de análisis, desde parámetros microbiológicos hasta fisioquímicos para determinar la calidad del agua.
En el caso de que no cumplan con los resultados de calidad óptimos, le trasladan la información a la entidad u organización que solicita al laboratorio el análisis, y son ellos los encargados de aplicar las medidas pertinentes sobre el agua para garantizar su calidad.
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