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Larva de sapo. Iván Gómez-Mestre
La adaptación a los cambios ambientales acorta la vida de los renacuajos de Doñana

La adaptación a los cambios ambientales acorta la vida de los renacuajos de Doñana

ODS 14 | vida submarina ·

Los animales son capaces de sobreponerse a los cambios en su hábitat, pero el coste de hacerlo es recortar su esperanza de vida

Martes, 15 de marzo 2022, 07:31

Adaptarse, marcharse o morir. Estas son las opciones de la flora y la fauna ante el cambio climático. La subida de las temperaturas está desplazando a muchas especies a latitudes más 'frescas' o, en el caso de muchas flores, la llegada adelantada del calor primaveral ... ha cambiado la hoja de ruta de floración. «Sin embargo, hay muchas especies y, sobre todo, plantas que no se pueden mover», detalla Iván Gómez-Mestre, investigador de la Estación Biológica de Doñana-CSIC. «Sólo les queda adaptarse o perecer», añade.

Los corales oceánicos «hierven» bajo el agua y más de 25.000 especies están en peligro por los cambios ambientales ante la imposibilidad de adaptarse a ellos. Otros muchos, sí que lo están consiguiendo, pero pagando un alto precio. «La capacidad de animales y plantas para responder frente a cambios ambientales es extremadamente común y es la estrategia más eficaz para sobrevivir», señala Gómez-Mestre. Sin embargo, el coste es alto.

Por primera vez, científicos del CSIC, concretamente de la Estación Biológica de Doñana, han conseguido demostrar los cambios morfológicos y de comportamiento de las especies y el impacto que éstos tienen en la vida de los propios animales.

El descubrimiento ha llegado a través de la observación de los renacuajos que habitan las aguas de Doñana y la Sierra Norte de Sevilla. Ante un riesgo de depredación, por ejemplo, modifican su anatomía produciendo colas más grandes, reducen su tasa de crecimiento y tienen una actividad de enzimas antioxidantes más elevada. «Distintos factores ambientales, afectan de distinta manera», asegura Gómez-Mestre.

Esto se conoce como «plasticidad fenotípica» por la cual los organismos modifican sus características para ajustarse a distintos ambientes. «Ya lo teníamos identificado», asegura el investigador del CSIC. «Ahora hemos descubierto que simplemente mantener esa capacidad de cambiar es costoso», señala.

En constante «vigilancia»

Esta capacidad «es un estado de alerta constante», asegura. El mantenimiento de esta maquinaria de vigilancia «tiene un coste metabólico», advierte. «Los organismos pagan un precio metabólico solamente por mantener la posibilidad de cambiar frente a desafíos ambientales, incluso si no llegan a hacerlo», aclara.

En esta investigación, el equipo de la Estación Biológica de Doñana-CSIC ha demostrado que, para las larvas de anfibios, mantener simplemente ese potencial de adaptación, incluso si esos cambios no llegan a producirse por no haber por ejemplo interacción con depredadores, tiene asociado un mayor gasto fisiológico que se expresa en forma de estrés oxidativo.

Este tipo de estrés es causado por un desequilibrio entre la producción de especies reactivas del oxígeno y la capacidad de un sistema biológico de neutralizar rápidamente los reactivos intermedios o reparar el daño resultante. «Un incremento de éste afecta a los extremos de los cromosomas que los va erosionando y afecta a la calidad de vida», advierte Gómez-Mestre. «Un estrés oxidativo más alto podría traducirse en una condición física más deteriorada, reducción de la fertilidad y una esperanza de vida más corta», señala la investigación de CSIC.

La mayor parte de los cambios que se observan en los organismos frente al cambio global, como los cambios en la fecha de floración o migración, se deben a respuestas plásticas, es decir, a cambios en sus características en respuesta a una señal ambiental. Sin embargo, esta capacidad de respuesta tiene límites.

«Todos los organismos estamos evaluando nuestro ambiente para tratar de ajustarnos a los cambios y condiciones ambientales», revela el investigador del CSIC. «Tiene su coste», añade. Estos costes pueden limitar la evolución y, por tanto, la capacidad de respuesta de las especies frente al cambio global, concluyen los autores de la investigación.

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