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Conocido como el árbol de la vida o el árbol del revés, el gigantesco y peculiar baobab puede ser una de las especies forestales más antiguas. Un estudio de su ADN ha revelado que este árbol pudo surgir en la isla de Madagascar hace 41 millones de años y desde allí se extendió a los continentes africano y austral hace nada menos de 21 millones de años, según publica la revista Nature.
Los científicos del Jardín Botánico de Wuhan(China), del Real Jardín Botánico de Kew y del Universidad Queen Mary, ambas en Londres, y de la Universidad de Antananarivo (Madagascar) analizaron el ADN de las ocho especies de baobab que existen para poner fin al debate sobre este curioso árbol. Una de ellas crece en África, otra en la otra parte del Mundo (Australia) y las otras seis en Madagascar.
La primera conclusión es que el baobab se originó en la isla africana cuando ya se habían extinguido los dinosaurios y todavía quedaban casi 40 millones de años para la aparición del Homo sapiens. Mientras se diversificaban las aves, este árbol sufrió los avatares de los cambios en la morfología de la Tierra y la elevación y retroceso del agua del mar.
Los científicos sugieren que las corrientes marinas, los insectos y esas primeras aves contribuyeron a la diseminación del árbol hasta África y Australia. La transformación en distintas variedades se debió a la evolución y desarrollo de árbol en sus nuevos ecosistemas.
El baobab, que se caracteriza por su longevidad de miles de años y su tamaño de hasta 30 metros de largo y diez de diámetro, está en peligro de extinción debido a la deforestación y al cambio climático. Y es que puede almacenar grandes cantidades de agua en su tronco, lo que le permite subsistir en las estaciones secas. Por ello, el calentamiento global y la menor pluviosidad pone en riesgo su supervivencia
Según explica a la BBCla doctora Ilia Leitch, del Real Jardín Botánico de Kew, el estudio ha proporcionado «nuevos e importantes conocimientos que servirán de base para ayudar a su conservación y salvaguardar su futuro». Dado el riesgo de perder la especie, los expertos reclamaron medidas especiales para dos de las especies de Madagascar. A una de ella pertenece el baobab más grande que existe.
Otra curiosidad de este árbol milenario crece en sus ramas. Sus frutos, de corteza dura, están considerados como un «superalimento» con alto contenido en vitamina C. Por ello son muy demandados en la actualidad. De esta fruta se come todo menos la cáscara. De su pulpa seca se consigue una harina para elaborar caldos, repostería o bebidas. También se usa como condimento y de acompañamiento de otros guisos. Su semillas sirven para producir aceite de uso cosmético o se secan y se comen directamente.
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