El Picón Blanco brilla con luz propia y se hace un hueco

El Picón Blanco, uno de los grandes atractivos de la Vuelta a Burgos de este año, cumple con creces las expectativas organizativas

Cientos de personas se dan cita en las exigentes rampas del puerto de Espinosa

El Picón Blanco brilla con luz propia y se hace un hueco El SKY dominó la ascensión al Picón Blanco. BC

Desde que se confirmó la inclusión del Picón Blanco como final de etapa de la Vuelta a Burgos de este año, todos los ojos estaban puestos en el puerto de Espinosa de los Monteros. Y no defraudó. Íñigo Cuesta, diseñador de la etapa, conoce el terreno a la perfección y ya avisaba de la dureza de sus rampas, que por momentos sobrepasan el 18 por ciento. Esa dureza, unida al propio perfil del puerto, tendido, sin apenas descansos y prácticamente recto, hace que ya sea parte de la historia de la Vuelta a Burgos.

Además, la cercanía a Cantabria y el País Vasco, territorios tan aficionados o más al ciclismo que las propias Merindades, convierten a este puerto en un lugar ideal para ofrecer espectáculo, como el que hoy han dado Mikel Landa y compañía. Cientos de aficionados han poblado los arcenes de la estrecha carretera en los últimos kilómetros, dando ese toque habitualmente tan vistoso al ciclismo.

El propio Landa reconocía al final de la etapa temer un poco la subida, en la que además es habitual que sople el viento o se eche la niebla encima. Sin embargo, también reconocía que ha sido “muy bonita” y que probablemente tenga hueco en otras carreras, incluida la Vuelta a España, cuyo director, Javier Guillén, ya aseguró semanas atrás estar muy pendiente de la organización de la etapa para ver las posibilidades.