Pampliega solicitará la mediación de la Casa Real para recuperar los restos de Wamba

El Ayuntamiento ha decidido remitir un escrito después de que Toledo haya insistido en que la petición se debe cursar a los herederos legítimos

Publicarán un aviso en el Boletín Oficial del Estado para conocer si existen personas o entidades que crean tener derechos sobre los huesos del godo

Ignacio Cob insiste en que dan un paso más en esta “carrera de fondo” y se abren nuevas posibilidades para convencer a Toledo de la devolución

Un paso más, que abre nuevas posibilidades, aunque también podría cerrarlas todas de golpe. El Ayuntamiento de Pampliega quiere conocer con exactitud quién ostenta los derechos sobre los restos del rey Wamba, custodiados en la Catedral de Toledo, para saber quién puede tomar una decisión sobre su traslado al municipio burgalés. Y, por ese motivo, el pleno tomaba la semana pasada dos decisiones, nuevos pasos en esta “carrera de fondo” que supone resarcir a Pampliega de una “deuda histórica”, de un “expolio” cometido en el año 1274.

El concejal de Cultura, Ignacio Cob, ha explicado a BurgosConecta que remitirá una carta a la Casa Real para pedir su  mediación ante el Arzobispado de Toledo. Se están dando “los últimos detalles” al escrito, que se remitirá en breve, y si bien “tarde o temprano” iban a tener que ponerse en contacto con la institución real, pues por muy visigodo que sea Wamba no deja de ser un rey, no es menos cierto que las últimas comunicaciones de Toledo les han obligado a acelerar el trámite.

En Toledo asegura que los “interlocutores naturales” son la Casa Real o los herederos de los godos

El deán de la Catedral de Toledo, Juan Miguel Ferrer, explicó en su momento que la solicitud de Pampliega “les supera”, pues ellos son meros depositarios de los huesos de Wamba, los custodian. A su juicio, los “interlocutores naturales” serían los herederos legítimos de la dinastía goda o, en su defecto, la Casa Real, pues fue una decisión de la reina Isabel II, en el año 1845, el traslado de los resto de Wamba, junto con los de Recesvinto, a la Catedral, tras sufrir el expolio de las tropas francesas en Santa Leocadia del Alcázar.

Así las cosas, Pampliega opta por dirigirse a la Casa Real, a ver cuál es su opinión al respecto, y si puede ayudar en su reivindicación. Igualmente, el Ayuntamiento ha solicitado al Boletín Oficial del Estado (BOE) la publicación de un anuncio para “cubrir un aspecto legal”, la búsqueda de personas o entidades que crean tener derechos sobre los huesos del godo, ya sea la propia Casa Real, Patrimonio Nacional o cualquier otro ente, público o privado. No vaya a ser que, llegado el caso de conseguir su retorno, aparezcan reclamaciones posteriores.

Ignacio Cob reconoce que, con ambas decisiones, se abren nuevas posibilidades en esta histórica reivindicación, y Pampliega no va a cejar en su empeño. “Hay que convencer muchas voluntades”, ha asegurado, pero “razones tenemos” para la demanda, y además el retorno de Wamba es un “anhelo” del pueblo. En Pampliega se sienten víctimas de un “expolio”, pues afirman que los restos fueron traslados a Toledo “con nocturnidad y alevosía”, por una decisión injusta del rey Alfonso X El Sabio.

Expolio histórico

El Arzobispado de Burgos espera una confirmación del interés de Toledo por celebrar reunión

Wamba llegó al municipio burgalés en el 680, después de haber sido envenenado y desterrado de Toledo, capital del reino visigodo. Se recluyó en el Monasterio de San Vicente y, tras su fallecimiento, fue enterrado en el cementerio, en una sepultura sencilla a los pies de la ermita. Sus huesos reposaron allí hasta que en el año 1274 el rey Alfonso X El Sabio ordenó su traslado a Santa Leocadia del Alcázar, en Toledo. Los documentos de la época recogen que el monarca aseguró que “en el lugar no había monasterio ni iglesia como le convenía”.

Sin embargo, Germán Lafont lo niega, y recuerda que el Monasterio de San Vicente no existía en el 1274 porque había sido pasto de las llamas de un incendio durante la invasión sarracena del 711. Sin embargo, los restos permanecieron ocultos y a salvo, por eso los encontró el monarca. No estuvieron tan a salvo en Santa Leocadia, apunta Lafont, pues fueron expoliados por los franceses en 1808, y junto con los huesos de Recesvinto. Y ambos acabaron en la Catedral de Toledo, en 1845, en una urna en la que debe de haber solo polvo.

Así parece que se lo han indicado fuentes del Arzobispado de Toledo al de Burgos, desde donde tratan de ponerse en contacto para mediar por la petición burgalesa. El propio deán de la Catedral de Toledo ha asegurado que había solicitado un encuentro con la cúpula eclesiástica burgalesa, pero el delegado diocesano de Patrimonio, Juan Álvarez Quevedo, nada sabe de ello. Está esperando respuesta a un correo electrónico en el que se interesó por dicha petición de reunión, y se muestra dispuesto a hablar e interceder por la causa burgalesa.