Proyecto Hombre atendió a 744 usuarios en 2016, incluidos varios adictos a nuevas tecnologías

Algo más del 7 por ciento de los jóvenes que acuden a Proyecto Hombre lo hacen ya motivados por problemas de adicción a las nuevas tecnologías

Preocupa el consumo de alcohol y cannabis entre la población joven

Se mantiene el perfil de policonsumidor entre los usuarios adultos

Proyecto Hombre atendió durante el pasado ejercicio a un total de 744 usuarios. Ese es sin duda el dato más significativo de los que arroja la memoria de actividad publicada hoy por la fundación, que cerró el 2016 con un volumen de actividad muy similar al de 2015. De todos ellos, 423 pasaron por alguno de los programas destinados a adultos, mientras que otros 89, aquellos que presentan un cuadro de adicciones más severo, pasaron por la Comunidad Terapéutica de San Medel. Finalmente, por el programa de jóvenes (hasta 21 años) pasaron un total de 232 usuarios.

Un total de 89 personas pasaron por la Comunidad Terapéutica de San Medel

Es quizá este último bloque el que mayores esfuerzos está centrando en los últimos años. No en vano, según explica el gerente de Proyecto Hombre, Manuel Fuentes, los programas de adultos ya están plenamente consolidados, aunque poco a poco haya ido cambiando el perfil de los usuarios y las patologías. En este sentido, los diferentes programas vinculados a jóvenes han ido ganando peso por varios motivos. El primero de ellos es que ahora “se detectan con mayor facilidad” los problemas que arrastran los jóvenes en materia de adicciones, y en segundo lugar, porque es un grupo poblacional con “mucho mejor pronóstico”, ya que “se les coge a tiempo”.

La inmensa mayoría de ellos acude a Proyecto Hombre con problemas derivados del consumo de cannabis (más de un 90 por ciento) y alcohol, dos sustancias que tienen unas consecuencias “muy negativas” en el ámbito de la salud mental y que cuentan con “mucha tolerancia social”. De hecho, un estudio realizado tiempo atrás por la fundación constata que el 40 por ciento de las familias consideran que el consumo de estas dos sustancias es algo normal. “No hay que dramatizar, pero hay que ser consciente” de la magnitud de las consecuencias del consumo de cannabis y alcohol en edades tempranas, subraya Fuentes.

Nuevas tecnologías

Adicionalmente, en los últimos años se ha ido incorporando un nuevo perfil de usuario de Proyecto Hombre, generalmente joven y vinculado a la adicción a las nuevas tecnologías. De hecho, el volumen de jóvenes que acuden a la fundación con una adicción exclusiva en esta materia ya supone entre el 7 y el 8 por ciento del total, lo que sin duda es una cifra nada desdeñable.

La incorporación de estos nuevos perfiles ha obligado a Proyecto Hombre a estandarizar nuevos protocolos de atención, en los que, al igual que ya se hace con el resto de adicciones, se valora caso por caso. A este respecto, Fuentes insiste en la importancia de contar con la colaboración de la familia, fundamental para el éxito del tratamiento.

Mensaje de esperanza

Con todo, y a pesar de la preocupación cada vez mayor que despiertan las adicciones entre los jóvenes, la fundación también mantiene en marcha los programas de adultos. En este caso, el perfil continúa siendo el de policonsumidor, generalmente de sustancias como la cocaína (el principal motivo de visita a Proyecto Hombre), los opiáceos y el alcohol. Eso sí, cada vez es mayor (43,52 por ciento) el consumo de cannabis por parte de los usuarios que acuden a Proyecto Hombre.

Sea como fuere, y para dar un poco de calor a las cifras a menudo frías de la memoria de actividad, Fuentes lanza un “mensaje de esperanza”. Y es que, las adicciones se superan. A este respecto, la fundación maneja un porcentaje de éxito de más del 70 por ciento, aunque la horquilla varía mucho en función de la casuística. Así, los casos más graves presentan índices mucho menores, mientras que los más sencillos presentan índices cercanos al 90 por ciento.

Además, el simple hecho de iniciar el tratamiento, que no acabarlo, ya es positivo. “No se trata solo de superar una adicción, sino de cambiar de estilo de vida” y según los informes internos de la fundación, “a los 6 meses de iniciar el tratamiento, los usuarios han mejorado su calidad de vida en más de un 90 por ciento”, subraya Fuentes.