Atapuerca descubre nuevos secretos con la apertura de la Cueva Peluda

Este verano comenzará a desarrollarse un programa de visitas guiadas a la Cueva Peluda, una de las grandes desconocidas en la sierra de Atapuerca

Se organizarán visitas de grupos de 12 personas para estudiar si es sostenible la apertura al público de la cavidad a largo plazo

También se ha adaptado un nuevo sendero biológico en el entorno

Atapuerca descubre nuevos secretos con la apertura de la Cueva Peluda La Cueva Peluda guarda muchos secretos. GIT

Atapuerca sigue desvelando nuevos secretos para el visitante, que a partir de este mismo verano podrá adentrarse en el corazón de la sierra para conocer de primera mano parte de la historia geológica del sistema karstico y, de paso, llevarse unos recuerdos imborrables. El próximo 17 de junio comenzarán a desarrollarse las paleovisitas guiadas en la Cueva Peluda, una cavidad de alrededor de 100 metros de longitud que siempre ha estado a la sombra de sus ‘hermanas mayores’, pero que guarda innumerable información sobre la sierra.

En la Cueva Peluda se han documentado registros humanos del Pleistoceno Medio

Se trata de una cavidad con alrededor de un millón de años de antigüedad, la cual permaneció durante mucho tiempo completamente colmatada por el agua que, a través de una surgencia, alimentaba el río Pico en su descenso hacia el valle de Valhondo. Una vez retirada toda esa agua, la cavidad, cuyas entradas originales permanecen cegadas, fue labrando -y sigue haciéndolo- su propia morfología, a través de la formación de estalagmitas, estalagtitas y diferentes estructuras geológicas que aprovechan la humedad aún presente.

Cierto es que la entrada a la cueva puede resultar incómoda –no es apta para personas con movilidad reducida o con problemas de claustrofobia-, pero una vez superado el primer punto, ante el visitante se abre una enorme cavidad en la que las estructuras geológicas luchan por atraer la atención con las raíces -de ahí lo de Peluda- y los diferentes registros humanos, que también los hay.

De hecho, en el final de la cueva, donde antiguamente se situaba la surgencia del río Pico, se han documentado restos de industria lítica, correspondientes a finales del Pleistoceno Medio, esto es, de alrededor de 200.000 años de antigüedad. Eso sí, hasta la fecha se ha investigado muy poco al respecto, ya que la atención paleoantropológica sigue centrándose en otros puntos de la sierra.

Los responsables de Atapuerca llevan planteando la apertura de la cueva desde el Plan Director de 1992

A partir de ahí, según ha explicado esta mañana durante una visita guiada a los medios Ana Isabel Ortega, de la Fundación Atapuerca e investigadora del CENIEH, la cueva se descubrió a principios del siglo XX, cuando comenzó a ser conocida y visitada por gente de la zona. Más tarde, ya en plena década de los 70, la cueva fue “redescubierta” y comenzó a estudiarse la posibilidad de abrirla al público. De hecho, el propio codirector del proyecto Atapuerca, Eudald Carbonell, ha recordado que el establecimiento de paleovisitas venía ya contemplado en el Plan Director de los yacimientos elaborado en 1992. Y ahora, después de “muchos años”, los responsables de los yacimientos han entendido que ha llegado el momento de poner en marcha las visitas.

Experiencia piloto

De momento, eso sí, el programa de visitas se articula desde el punto de vista de experiencia piloto. Durante los próximos meses, en fines de semana alternos (15 hasta final de año) se llevarán a cabo visitas por grupos de 12 personas. Mientras tanto, los investigadores monitorizarán la cueva para ver si el mantenimiento de un programa de visitas es “sostenible” a largo plazo.

Se trata, en definitiva, de un “logro histórico” para la Fundación Atapuerca, que con la apertura de la cueva, situada justo a la entrada de la propia Trinchera del Ferrocarril, pretende facilitar la comprensión de todo el conjunto desde un punto de vista geológico, pero también humano, ecológico e histórico.

Sendero biológico

Para ello, además, también se pondrá en marcha este verano un programa de visitas guiadas por el sendero biológico ‘Las Antiguas Fuentes del Pico’, una pequeña ruta circular que se ha adaptado aprovechando los senderos perimetrales con los que ya cuenta el complejo desde hace años. En ellos, los responsables de la Fundación Atapuerca, en colaboración con la Junta de Castilla y León, la Fundación Caja de Burgos y la Obra Social “la Caixa”, han adaptado una suerte de circuito botánico en el que se han identificado las 22 especies de árboles y arbustos más comunes y representativas de la sierra, como los robles quejigos o las encinas.

A través de dicha ruta, el objetivo pasa por mostrar al visitante la historia biológica que también guarda la sierra, planteada siembre desde el punto de vista de la “ecología humana”, según ha explicado Miguel Ángel Pinto, del Aula de Medio Ambiente de la Fundación Caja de Burgos. Y es que, la flora y fauna actuales no son sólo el resultado del clima, sino también del suelo y, en gran medida, de la actividad humana.

Imágenes realizadas por Gabriel de la Iglesia