Lipovetsky vincula los populismos a la cultura emocional y la crisis política
El filósofo francés recuerda que los líderes populistas juegan con el miedo, la desconfianza y el sentimiento de engaño
La sociedad apuesta por la cultura de lo emocional, que no exige reflexión, en medio de una crisis de confianza política e institucional
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La cultura de lo emocional se ha impuesto sobre la cultura intelectual. Lo emocional es lo más importante para la sociedad moderna, en la que la realidad desaparece tras los eventos. Y no es casual, asegura el filósofo francés Gilles Lipovetsky, quien participa esta tarde en un encuentro con el escritor Jesús Ruiz Mantilla, actividad previa al Foro de la Cultura que se celebrará a primeros de noviembre en Burgos. Lo emocional vende mejor, exige menos reflexión y conecta de una manera más fácil con la ciudadanía, así que ha ido ganando poco a poco terreno.
Cuando los medios de comunicación se pasan dos meses hablando única y exclusivamente de los atentados terroristas en Francia, eso significa que “hemos entrado en la cultura emocional”. Un atentado es un acontecimiento muy grave, reconoce Lipovestsky, como lo es cualquier otro tipo de evento, pero el mundo continúa en movimiento, con problemas tanto o más importantes, y sin embargo, “todo desaparece detrás de un evento”. Ocupa toda nuestra atención, y relega a un segundo plano otras dimensiones de la realidad.
“Los populismos son una expresión de la subida de poder de lo emocional”
Además, el auge de la cultura de lo emocional no solo supone que la sociedad reflexione menos. “Los populismos son una expresión de la subida de poder de lo emocional”, ya que el líder populista denuncia el sistema político dirigiéndose a la ciudadanía a través de sus emociones, ha recordado el filósofo. Y actualmente Europa vive una importante crisis política. El ciudadano ya no cree en las grandes ideologías; la derecha y la izquierda siguen existiendo pero, entre medias, hay otras opciones; y la militancia política ha bajado.
A ello se suma una crisis de confianza en las instituciones, de tal modo que “los ciudadanos ya no confían en los líderes políticos, ni tampoco en las instituciones”, ha asegurado Lipovetsky. Y es que los políticos solo piensan en la reelección, no se ocupan de resolver los problemas de la gente, son “incapaces” de hacerlo y, en algunos países, son también corruptos, así que no es de extrañar que los populismos ganen poder. “Explotan las emociones del miedo, la desconfianza o el sentimiento de engaño”, y “no es del todo irracional”, reconoce el filósofo.
No hay soluciones simples
Los políticos tradicionales nos han engañado y decepcionado, y los líderes populistas hacen simple una realidad que es compleja. Hablan de buenos y malos, y vuelven a proponer soluciones definitivas. Sin embargo, Lipovetsky ha recordado que “la soluciones a un mundo complejo no pueden ser simples”. Por ese motivo, el filósofo echa de menos que la sociedad reflexione, como lo hacía medio siglo atrás, y considera que “tenemos necesidad de cultura intelectual”, y no solo por el auge de lo emocional.
El individuo se preocupa ahora por cuestiones elementales que nunca antes habían generado problemas. Por ejemplo, la crianza de los hijos o la alimentación. “Los ciudadanos están perdidos” y aunque la cultura intelectual no da respuestas a las dudas de la gente, sí que ayuda a encontrar esas respuestas. Por todo ello, Gilles Lipovetsky da la bienvenida a iniciativas como el Foro de la Cultura, ya que tratan de poner en relieve la cultura en sociedades dominadas por la ciencia y la tecnología.