Proyecto Hombre atiende a 7.500 personas con adicciones en 25 años de vida
La entidad cumple un cuarto de siglo preocupada por el consumo de ansiolíticos y las nuevas tecnologías
Fuentes recuerda que los inicios fueron duros pero el tiempo ha demostrado que son necesarios
Proyecto Hombre ha vuelto a reunir a 7.000 burgaleses en su Día de la Bici, jornada de solidaridad
Los inicios fueron duros. Un fuerte rechazo social, basado en “miedos infundados, e instigados”, les dio la bienvenida en Gamonal en 1991. “Se pasó muy mal”, asegura Manuel Fuentes, pero el tiempo ha dado la razón a ese grupo de ‘intrépidos’ burgaleses que hace ahora 25 años pusieron en marcha Proyecto Hombre. Un cuarto de siglo de trabajo “intenso”, durante el cual Proyecto Hombre ha atendido a 7.500 personas con problemas de adicción. Y a más de 27.800 en acciones de prevención, igual de importantes en su lucha contra este “problema social”.
El director de Proyecto Hombre reconoce que la sociedad ha cambiado, y con ella las adicciones, los perfiles de los usuarios y las metodologías de trabajo. Sin embargo, Fuentes insiste en que “el problema sigue dentro de la sociedad”, y nadie está libre de verse afectado por una adicción. Y es precisamente ese llamamiento a la reflexión, y a la solidaridad, lo que ha impulsado esta mañana a salir a la calle a más de 7.000 personas en el mítico Día de la Bici, un nuevo éxito en su décimo sexta edición.
El aumento de los tratamientos de ansiedad facilita a los jóvenes conseguir los ansiolíticos
Manuel Fuentes reivindica, un año más, el papel de Proyecto Hombre, asegurando que siguen siendo “necesarios”. Y para muestra, la aparición constante de “nuevas” adicciones en la sociedad. Por ejemplo, en la entidad están preocupados ahora por el consumo de ansiolíticos entre los jóvenes, que los utilizan a modo de droga psicotrópica, mezclándolos en muchas ocasiones con el alcohol. Una problemática que está conectada con el aumento de los tratamientos por ansiedad entre adultos.
Al margen del mercado negro, fuente inagotable de todo tipo de sustancias legales e ilegales, muchos jóvenes pueden encontrar los ansiolíticos directamente en sus domicilios, porque los consume algún miembro de su familia. Son fármacos que sirven de apoyo en situaciones de ansiedad o depresión, recuerda Fuentes, “no una solución al problema”. Por ese motivo, en Proyecto Hombre también se inquietan ante ese incremento del consumo controlado (médico) entre adultos, y las derivaciones en algunos casos a situaciones de abuso y adicción.
Nuevas tecnologías
Fuentes insiste en que las cifras no les “escandalizan”, pero la realidad es la que es. Además, si hablamos de los jóvenes, el consumo de ansiolíticos no llega a niveles de otras sustancias, pero forma parte de lo que se conoce como “policonsumo”. Sin embargo, este no es el único riesgo al que se enfrentan los jóvenes hoy en día. Las nuevas tecnologías también están generando situaciones de abuso de redes sociales o juegos, por ejemplo. “Desestructuran una vida normaliza”, pueden acabar en adicciones y en situaciones de violencia y agresividad.
De ahí que en Proyecto Hombre se cuente con un programa específico para atención de esta problemática, el programa Ariadna, recuerda Manuel Fuentes. Igualmente, en la entidad están muy satisfechos del Proyecto Joven, que trabaja en prevención y atención temprana de adicciones, con niños y adolescentes. No solo se atiende a chavales con un problema de consumo, sino que también se trabaja con aquellos que presentan otras problemáticas (fracaso escolar, mal comportamiento, agresividad) que pueden derivar en un futuro consumo de sustancias.
Fuentes destaca el trabajo de Proyecto Joven de prevención e intervención temprana
Todo ello sin olvidar el programa madre de Proyecto Hombre, con el servicio ambulatorio, el centro terapéutico, el asesoramiento a familias o las áreas de inserción. Y en todos los casos, atención individualizada y planes personalizados, recuerda Manuel Fuentes. A lo largo de sus 25 años de historia, Proyecto Hombre ha ido adaptando sus metodologías de trabajo a los cambios experimentados en la sociedad, sus adicciones y los perfiles de los usuarios, y los cambios han sido muchos.
Una realidad en evolución
La entidad comenzaba trabajando con la heroína, la “protagonista” de los años ’80 y ’90, a cuyo consumo venían asociados el deterioro físico, la exclusión social y la delincuencia. Luego llegó la cocaína, que incluso tuvo “buena prensa”, pero que resultó ser una droga muy adictiva y que provoca importantes trastornos mentales. El consumo de cannabis, ese perturbador del sistema nervioso, llegó con fuerza con el nuevo siglo, y ahí se ha mantenido, distorsionado con un concepto de uso terapéutico mezclado con ocio.
Manuel Fuentes no se olvida del alcohol, la droga socialmente aceptada, cuyo abuso se ha incrementado también en esta época de crisis, y que causa “mucho dolor”. Las drogas de diseño, que tuvieron un “repunte” que derivó en una gran “alarma social” pero cuyo consumo no alcanza los niveles de otras sustancias, recuerda el presidente de Proyecto Hombre. Y de ahí a las nuevas adicciones, algunas menos identificables en sus inicios como esas nuevas tecnologías, porque el problema social no se disipa; la droga es un negocio que sigue en expansión.