Autismo Burgos impulsa un proyecto piloto para la detección precoz en bebés

Se basa en la técnica ‘eye tracking’ de seguimiento ocular para detectar cambios en la fijación de la mirada

En niños con autismo la “fijación social”, la mirada como comunicación, empieza a decrecer a partir de los 9 meses

Una detección precoz permitiría iniciar una intervención para aprovechar la “plasticidad” del cerebro y modificar conductas

Autismo Burgos impulsa un proyecto piloto para la detección precoz en bebés

En el mundo del marketing y la publicidad se utiliza se manera habitual. Y su uso también se está entendiendo al campo de la investigación médica, psicológica y sociológica, sobre todo en Estados Unidos. Nos referimos al ‘Eye tracking’ o seguimiento ocular, técnica que evalúa cuáles son los estímulos que atraen nuestra mirada. Técnica en la que se basa el Programa Bebé, proyecto piloto de la asociación Autismo Burgos, con el que se pretende avanzar en una detección precoz de los Trastornos del Espectro Autista (TEA) y la intervención temprana en bebés.

El planteamiento es claro. Estudios “fiables” demuestran que los niños que son diagnosticados de autismo presentaban, en sus primeros meses de vida, indicios “de lo que luego fueron síntomas precoces” del trastorno, explica del director técnico de la asociación, Javier Arnaiz. Y uno de esos indicios tiene que ver con la fijación de la mirada, ya que los bebés con autismo fijan la mirada en estímulos no sociales o “no pertinentes para una comunicación social”.

Los bebés con dos meses empiezan a entender que la mirada es un instrumento de comunicación

A partir de los dos meses de vida, un bebé es capaz de comprender que la mirada es un instrumento de comunicación, y la utiliza fundamentalmente con su madre. Mira a los ojos del interlocutor, asegura Arnaiz. Sin embargo, en caso de bebés con TEA esa “fijación social” empieza a decrecer entre los nueve y los doce meses. Así que el objetivo del Programa Bebé es detectar ese posible decrecimiento de la atención ocular para poner en marcha una intervención temprana que permita “reorientar” el comportamiento.

Se trataría de fomentar que el niño entendiese la mirada como elemento de comunicación, prestando más atención a ciertos estímulos visuales. Javier Arnaiz insiste en que no se busca curar el autismo porque es imposible, sino conseguir que determinados síntomas se presenten con menos intensidad o, incluso, lleguen a desaparecer. Se aprovecharía la “plasticidad” que presenta el cerebro infantil en esos primeros meses de vida para modificar el perfil de desarrollo cognitivo mediante esa intervención temprana.

En busca de financiación

El Programa Bebé es un proyecto piloto en España, si bien el ‘eye tracking’ para la detección de autismo se está utilizando ya en el ámbito internacional, fundamentalmente en Estados Unidos. El director técnico de Autismo Burgos insiste en que no se trata de una técnica ni invasiva ni agresiva, puesto que consiste en monitorizar la reacción de los bebés ante los estímulos visuales que le ofrece un vídeo. Y el desarrollo del proyecto tampoco es caro. Se requiere una inversión de 70.000 euros para adquirir el equipamiento, nada más.

El proyecto requeriría de una inversión de 70.000 euros para adquirir equipamiento

Sin embargo, toca buscar dinero. La presidenta de Autismo Burgos, Simona Palacio, se reunía a principios de semana con la secretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Susana Camarero, para presentar el Programa Bebé. Era un encuentro pendiente, que había gestionado da recientemente fallecida Ana Lopidana, y que sirvió para dejar claro que el Gobierno Central considera este proyecto “prioritario” dentro de la Estrategia Nacional de Autismo, aprobada en 2015.

Podría incluirse dentro de los planes de acción que la desarrollarán, pero eso no significa contar con apoyo económico, al menos de momento. Por esa razón, desde Autismo Burgos buscarán subvenciones públicas y privadas que permitan desarrollar la iniciativa. Con ellos están también los responsables del Hospital Universitario de Burgos (UBU), que han  mostrado una “disposición absoluta”, y ayudarán a conseguir fondos a través de proyectos de investigación.

En 2017

El objetivo es que el Programa Bebé pueda empezar a funcionar en enero del próximo año. Se trabajaría inicialmente con niños con alto riesgo de autismo, al contar con casos diagnosticados entre sus familiares. Es posible que también se pusiese en marcha algún grupo de control con bebés prematuros o con alteraciones del desarrollo. Arnaiz reconoce que habrá que evaluar la relación coste/beneficio antes de tomar cualquier tipo de decisión sobre el futuro desarrollo del proyecto, más allá de intervenciones piloto.

Sin embargo, en Autismo Burgos están convencidos de que serviría para avanzar mucho en al atención a niños con TEA. Arnaiz recuerda que diagnosticar el autismo es muy difícil, puesto que se basa en la observación de las conductas sociales y de comunicación de los niños. Por ese motivo, los diagnósticos certeros se producen entre los 18 y los 24 meses de vida. Si se pueden detectar indicios a partir de los nueve meses, se ganaría un año en intervención temprana, utilizando en nuestro favor esa “plasticidad” del cerebro, insiste el director técnico.