Cristina García: “Me da rabia que el CAB sea el gran desconocido”

La nueva directora del Centro de Arte de Caja de Burgos (CAB), Cristina García, afronta el reto de hacer que la instalación deje de ser la gran desconocida

Insiste en la importancia de desarrollar actividades paralelas a las exposiciones

Considera necesario que la gente consuma arte contemporáneo

Cristina García: “Me da rabia que el CAB sea el gran desconocido” Cristina García dirige la nueva etapa en el CAB. GIT

Pocas personas conocen el Centro de Arte de Caja de Burgos (CAB) como Cristina García. Antes incluso de que la instalación abriera sus puertas a finales de 2003, ella ya estaba allí, esforzándose para que todo fuera según lo previsto. Y ahí sigue, pero con la carga añadida de la responsabilidad. Y es que, después de más de una década como trabajadora del centro, la Fundación Caja de Burgos la nombró meses atrás directora del mismo. “No tengo hijos, pero supongo que debe ser algo parecido a esto”, reconoce entre risas en una de esas salas del CAB que han ido mutando con el paso del tiempo hasta devenir en un espacio polifacético.

¿Ya se ha asentado en el cargo?

Más o menos. A veces se me olvida y me tengo que obligar a poner los pies los pies en el suelo y recordarme dónde estoy y la responsabilidad de llevar el proyecto a buen término. Llevo mucho tiempo haciendo este trabajo, pero está claro que adaptarse y aterrizar en un nuevo cargo es difícil. El cambio más importante, al final, es que ahora la responsabilidad cae sobre mí, y antes no.

¿Da vértigo?

Un poco, pero no pienso en ello. Intento llevarlo a cabo lo mejor que puedo y ya está.

Usted empezó antes incluso de que el CAB abriera sus puertas. ¿En qué ha cambiado el CAB?

“Lo que más ha cambiado ha sido la mentalidad para abrirnos más”

Ha cambiado mucho, pero a la vez ha cambiado también muy poco. El CAB nació con el objetivo de acercar el arte contemporáneo a Burgos y eso no ha cambiado. Sin embargo, sí que ha cambiado la mentalidad, ya que ahora pensamos siempre en abrirnos más. Tenemos que hacer que el CAB no sólo sea una sala de exposiciones, sino un sitio donde realizar actividades, donde compartir, donde leer… En definitiva, que sea un centro activo y dinámico.

Entonces, ¿la nueva etapa del centro estará marcada por ese objetivo?

Desde luego. Ya el año pasado empezamos a trabajar en esa línea y este año se está notando más. Cada vez tenemos más visitantes y mucha más actividad. Obviamente, seguiremos teniendo exposiciones estupendas y vamos a seguir trabajando en ellas, pero paralelamente vamos a intentar desarrollar actividades que no necesariamente tengan que ver con las exposiciones. Eso sí, siempre con las prácticas artísticas como telón de fondo. En esa línea se pueden hacer muchas cosas para que el público venga y participe, que es algo más que simplemente venir a ver una exposición.

¿Cómo funciona el binomio con Javier del Campo?

Perfectamente. Javier es el director de arte de la Fundación Caja de Burgos y lleva mucho tiempo siéndolo. Ya conoce la dinámica de trabajo y el binomio funciona muy bien, como funcionaba con Emilio Navarro. Al final, todos somos un equipo y Javier seguirá responsabilizándose de las exposiciones. La clave es remar entre todos en la misma dirección.

¿Y qué cosas se han hecho bien en el CAB en estos años?

“Gracias a las nuevas salas tenemos público todos los días”

Yo me quedaría con la decisión de transformar los espacios que estaban libres. En dos años hemos registrado un éxito total. Tenemos programación continuada y hay público todos los días, que viene a tomarse un café, revisar revistas de arte o simplemente a pasar un rato.

¿Qué cosas se han hecho mal en el CAB en estos años?

Creo que mal no se ha hecho nada. Obviamente, todo siempre se puede hacer mejor, pero yo diría que no se ha hecho nada mal. Eso sí, algunas veces se han tomado decisiones que en aquel momento se entendía que eran las más correctas y quizá, pasado un tiempo, nos hemos dado cuenta de que hubieran sido mejorables. Pero hemos aprendido y disfrutado con todo.

¿Es el CAB el gran desconocido?

Puede ser. Y me da mucha rabia.

¿Y por qué es desconocido?

No lo sé, pero mi trabajo es que eso no sea así. Ya los anteriores directores siempre pelearon por que el CAB no fuera el gran desconocido, pero no hemos terminado de dar todavía con la tecla. Quizá, la tecla sean precisamente estos espacios (señala las salas Lecto, Acto y Contacto) y plantear esa programación paralela para estar en el día a día de los burgaleses, en las redes sociales, etc.

¿Qué es el arte contemporáneo?

“Tenemos que conseguir que la gente consuma arte contemporáneo y luego tome sus propias conclusiones”

Es el arte actual, el que hacen los artistas de nuestros tiempos. Lo que pasa es que tenemos un cierto rechazo al arte contemporáneo. La típica frase es “eso lo hago yo” o “no me va a gustar”. Eso le lleva a ser el gran desconocido, lo que en definitiva es algo antagónico. Es el arte de mi tiempo y no lo conozco, y encima lo critico. Tenemos una gran carencia en ese aspecto que estamos intentando paliar con las actividades que hacemos con los niños. Tenemos que hacerles entender que no es ni mejor ni peor, sino simplemente un reflejo de nuestros tiempos, de cómo nos expresamos y vemos el mundo. Pero para eso, primero hay que quitarse esa máscara que nos impide disfrutar del arte contemporáneo.

Pero, ¿cómo le metemos el gusanillo del arte contemporáneo a un ciudadano corriente?

Lo que hay que hacer es que la gente lo consuma y que a partir de ahí saque sus propias conclusiones. Esto no se trata de intentar convencer a nadie de que un artista es bueno o malo. Simplemente, tenemos que acostumbrarnos a ver exposiciones, tanto en nuestra ciudad como cuando vamos a otros sitios. El problema quizá es que huimos un poco del arte contemporáneo y vamos en busca de los clásicos. Cuanto más arte ves, más crece el gusanillo.

Muchos son los artistas extranjeros que han recalado en el CAB. ¿Es una referencia internacional?

“El CAB está en una buena posición y goza de reputación”

Durante los últimos años hemos trabajado muy bien con una serie de instituciones internacionales y los resultados están ahí. El CAB está en una buena posición y goza de reputación, sobre todo en la apuesta por artistas emergentes, que después han desembarcado en grandes salas de exposiciones.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, David Shrigley. Se trata de un artista que estaba funcionando bien en Europa, pero que en España no había hecho absolutamente nada. A partir de la exposición que realizó aquí, comenzó a trabajar con dos galerías españolas y ha expuesto en varios museos. En ese caso, el CAB le sirvió para entrar en el circuito español. Algo parecido sucedió con Julia Oschatz.

¿Son buenos tiempos para el arte y la cultura en general?

Siempre es buen momento para la cultura. Y tiene que ser así. Todos tenemos que pelear para que sea una prioridad. Es cierto que hay muchos problemas y que no es el mejor momento para muchas familias, pero la cultura, el ocio y la formación nunca deben desaparecer ni pasar a un segundo plano. A partir de ahí, creo que la cultura está en cada rincón, pero hay que estar abierto a ver el mundo con otros ojos.

¿El arte es caro?

No voy a decir que una entrada de cine sea barata, pero por eso mismo hay instituciones como la nuestra, que han existido siempre, siguen existiendo y existirán para hacer la cultura más accesible. Por supuesto que nosotros también cobramos entradas por un concierto o para un viaje, pero hay que hacerlo de manera accesible. Sino, no sería viable seguir programando.

¿Cómo ha afectado la crisis al CAB en particular?

“Antes teníamos más presupuesto que ahora, y sin embargo hacemos muchas más cosas”

Hace trece años, teníamos más presupuesto que ahora, y sin embargo hacemos muchas más cosas porque hemos buscado alternativas. Siempre hemos sido muy austeros y hemos tenido presupuestos muy reducidos. Eso nos ha obligado a aprender a trabajar con el cinturón apretado, por lo que ahora no nos ha pillado de nuevas. Nos defendemos perfectamente en ese escenario. Evidentemente, la crisis afecta, pero en periodos como este no queda más remedio que renovarse o morir.

¿Se invierte lo suficiente en cultura por parte de las instituciones públicas?

Esto es como todo. Por supuesto que las instituciones públicas podrían hacer más, pero nosotros también. Todos podríamos hacer más. A partir de ahí, no tenemos que volvernos locos. La creación artística y la cultura en general no debiera verse tocada por los colores políticos o las crisis.

¿Y en el caso de Burgos?

Por parte del Ayuntamiento sí que hay un apoyo a una creación local. Hay muchos espacios con exposiciones periódicas y eso no lo tienen otras ciudades de nuestro tamaño. No voy a entrar a juzgar si se ha hecho bien o no, pero el apoyo está ahí, y eso ya es muy importante.

Una de las apuestas de esta nueva etapa pasa por los creadores locales. ¿Hay calidad?

“Nosotros estamos aquí para apoyar a los creadores, no para juzgarles”

La pregunta es ¿quién juzga la calidad? Nosotros estamos aquí para mostrar lo que los creadores hacen, para apoyarles y dar a conocer sus trabajos, no para juzgar si su obra es buena o mala. Esa es una línea de trabajo perfectamente asentada en la política de la Fundación Caja de Burgos y seguiremos trabajando en ella. Ha de ser el público el que saque sus propias conclusiones.

¿Tiene el CAB un modelo de referencia?

Yo no creo en los modelos. No puede haber nada estanco, donde no se varíe la forma de funcionar. Considero fundamental entender el día a día. A partir de ahí, el objetivo es trabajar por los burgaleses y llegar a todos los rincones, aunque un día trabajemos en blanco, otro en negro y otro en rosa.

Adelánteme alguna actividad novedosa.

Pues yo destacaría el taller ‘Mirada en Blanco’. El año pasado estuvimos desarrollando el programa ‘Miércoles al caballete’, en el que invitábamos a personas más o menos iniciadas a pintar con carboncillo sobre caballete. Este año le hemos dado un giro y tenemos 15 inscritos de diferentes niveles y personalidades. Lo más significativo de esta actividad es el trabajo con modelos al natural, desnudos, algo que no se está ofertando en ningún otro ámbito de la ciudad. Sólo lo hacemos nosotros y está funcionando muy bien.