Erri Berri comenzará la próxima semana a limpiar el interior del Yagüe
La empresa adjudicataria del derribo del Hospital General Yagüe comenezará a trabajar en la limpieza interior del inmueble la próxima semana
Una vez finalizada esta fase, entrará la maquinaria pesada en el complejo
Tesorería aún no ha decidido qué hacer con los frescos de Luis Sáez
Ya ha comenzado la cuenta atrás. Operarios de Erri Berri, empresa adjudicataria del derribo del antiguo Hospital General Yagüe, ya se han desplazado hasta Burgos para comenzar todos los preparativos previos al inicio efectivo de las obras. Unas obras que en principio se deberán acometer en un plazo de ocho meses a contar desde la reciente firma del acta de replanteo y que sin duda supondrán un hito histórico para la ciudad, que verá cómo se derriba uno de los grandes símbolos de mediados del siglo pasado.
Los primeros trabajos se centrarán en la limpieza interior y retirada de todo el equipamiento que aún hay
Según explica Javier Bidaurre, jefe de la obra, los primeros trabajos se están centrando en algo tan básico y necesario como es la desconexión de todas las canalizaciones y suministros. Hay que cortar la luz, el gas y el agua antes de meter cualquier máquina. A partir de esa desconexión, que confían en que sea efectiva en las próximas jornadas, un grupo de operarios cuyo número concreto está aún por determinar entrará en el inmueble y comenzará a clasificar y retirar todos los residuos que aún haya dentro. “El Sacyl ya retiró muchos de los equipamientos, pero todavía hay cosas dentro, y el edificio es muy grande”, por lo que esta labor, muy poco vistosa, se prolongará durante “varias semanas”, explica. No en vano, exige ir con “equipos humanos especializados” habitación por habitación. Y hay muchas habitaciones.
Una vez ‘vaciado’ totalmente el inmueble, comenzará la parte más “llamativa” de la obra, centrada en el propio derribo del antiguo hospital. Será entonces cuando comience a trabajar la maquinaria pesada. Eso sí, en esta ocasión no habrá ni voladuras ni bolas de demolición ni nada parecido. La opción elegida, con la que habitualmente trabaja Erri Berri, se basa en la utilización de enormes cizallas neumáticas que van ‘mordiendo’ la estructura hasta convertirla en escombros que posteriormente se retiran. Se trata de una técnica que ya fue utilizada para derribar la antigua Flex, así como el Gran Teatro o la factoría de Campofrío arrasada por las llamas, un proyecto que también acometió la empresa.
En este sentido, Bidaurre explica que esa técnica es la menos molesta para el entorno. “No levanta mucho polvo, ni genera mucho ruido, por lo que hay menos afección sobre la zona”. Además, la empresa ya cuenta con una amplísima experiencia en estas lides, por lo que el jefe de obra confía en que todo salga según lo previsto.
Frescos
El hecho de que la maquinaria pesada todavía tarde algunas semanas en entrar en el solar permite a la Tesorería decidir qué hacer con los dos frescos de Luis Sáez que decoran la capilla del antiguo hospital, si es que finalmente se hace algo con ellos.
De momento, los operarios de Erri Berri no tienen comunicación oficial alguna y se han enterado de la polémica en torno a la solicitud de retirada y conservación de los frescos a través de la prensa burgalesa. En el caso de que en las próximas semanas lleguen directrices por parte de la tesorería, responsable del inmueble, la empresa actuará en consecuencia.
Un pedazo de historia
Con todo, el inicio de los trabajos en el antiguo complejo hospitalario supone un antes y un después en la historia moderna de la ciudad. El Yagüe ha sido testigo mudo de la evolución de Burgos, que cuando se levantó era apenas una ciudad de provincias anclada en el pasado. Su inmensa mole fue todo un símbolo de la apertura y el crecimiento de la urbe en los años sesenta. Sin embargo, sus instalaciones fueron quedando obsoletas y 52 años después de su inauguración cedió el testigo al nuevo Hospital Universitario de Burgos. Desde entonces, su figura abandonada sigue realzando el perfil de la Avenida del Cid, esperando el final de su historia.
Un final que, por cierto, no ha estado exento de polémica. Y es que, al margen del debate en torno a la conservación de los frescos de Luis Sáez, el propio derribo del inmueble ha sido puesto en tela de juicio por muchos colectivos, que aún hoy exigen su mantenimiento y su uso para otros menesteres. No en vano, el complejo ya está en pie y consideran que con pequeñas inversiones podría tener una segunda vida como residencia de ancianos, espacios juveniles u otras actividades de carácter social.