La matanza, una tradición que alimenta a todos

Los Cucos mantienen viva la tradición de recrear la matanza del cerdo, el animal más agradecido y del que se aprovecha todo

Cientos de burgaleses se han reunido en La Flora, atraídos por la morcilla y el vino, en un día bendecido con el buen tiempo

La matanza, una tradición que alimenta a todos La Asociación Gastronómica Cucos repartió 180 kilos de morcilla entre los asistentes. IAC

Las sanas costumbres no deben perderse. Esto debieron pensar los integrantes de la Sociedad Gastronómica Cucos, cuando se plantearon recrear la tradicional matanza del cerdo en la urbe. Hace hoy 33 años que los Cucos no escatiman en detalles llevarla a cabo. Un año más, se ha socarrado, limpiado y abierto un ejemplar de unos 150 kilos, ante los curiosos que asisten a la Plaza Huerto del Rey (La Flora).

El cerdo solo se sacrificó ante los ciudadanos en los años 193 y 1984

La matanza fue completa únicamente en sus dos primeras ediciones, allá por 1983 y 1984, cuando los Cucos desangraron al animal en la propia plaza. Desde entonces, la ley impide que se lleve a cabo en esos términos y el cochino es sacrificado en la granja. El resto del protocolo es calcado, así como las ganas con las que los presentes esperan su pincho de morcilla, regado por un vasito de vino de la tierra.

Y es que el “parte de guerra” es considerable. 1.500 pinchos de morcilla, 150 botellas de vino y otras 150 barras de pan son ofrecidas a todos los que se acercan a presenciar la matanza. Además, los Cucos han servido el caldo mondongo y lo que hiciese falta en una mañana más que agradable en lo climático.

Minutos antes de la propia matanza, la Asociación Cultural Recreativa Danzas Burgalesas María Ángeles Saiz ha lucido sus bailes y trajes regionales con jóvenes bailarines que demuestran que la cantera mantiene también viva la tradición desde el punto de vista folclórico.

Pero la jornada no sería redonda sin el gesto solidario que llevan a cabo cada año los Cucos y que tiene como protagonista al cerdo. El animal, una vez despiezado, es trasladado al Asilo de las Hermanas de los Pobres, donde servirá para alimentar a los más desprotegidos de la sociedad. Y una vez completada y compartida la matanza con los burgaleses, los setenta miembros de la Asociación Gastronómica los Cucos se han reunido en su sede, en torno a una olla podrida, para compartir las experiencias de lo que ha sido, un año más, el culto al cerdo.