Alquimia secreta escondida entre el arte y la fe. La Catedral de Burgos
La Catedral de Burgos es el símbolo más importante de la ciudad y a nadie, autóctono o foráneo, deja indiferente
También es un cofre de piedra lleno de secretos y mensajes ocultos que pasan desapercibidos entre la belleza y el fervor religioso

Contemplar la Catedral desde las escalinatas de la subida a San Nicolás es uno de los espectáculos más impresionantes que una persona puede observar en su vida. Quizá los burgaleses, acostumbrados a esta estampa, no reparemos en ello; pero cualquier turista, ya sea de las cercanías o de allende los mares y las tierras, pierde su vista en la inmensidad oceánica en piedra blanca de Hontoria cincelada por el Dios de los cielos con manos humanas.
Así es el arte. Y más el gótico francés que regala muestras tan bellas y admirables como la Catedral de Burgos. Pero también encierra secretos sobre su origen y sobre las ciencias ocultas del medievo. La alquimia y la Catedral de Santa María están estrechamente ligadas. La piedra del templo es el papiro sobre el que escribir secretas fórmulas que sólo eran capaces de interpretar los sabios de la época o los iniciados en el arte o la ciencia de la alquimia.
Que los constructores del templo, los arquitectos, los antiguos masones operativos, tenían conocimientos alquímicos es una cuestión que la ciencia y la historia han demostrado. Prueba de ello son algunas representaciones incluidas en la fachada de la plaza de Santa María. Y además quisieron dejar constancia popular, para que cualquier iniciado mínimamente en estas artes supiera que en esta catedral se resumen los principios de un manual alquímico.
Alquimia y masonería
Demos una vuelta breve por la fachada de Santa María. Observamos, en un tamaño considerable, la representación de la conocida ‘Tría Prima’ de los alquimistas, con dos figuras justo a cada lado del imponente rosetón de la puerta. Este símbolo era utilizado para significar la ‘Gran Obra’, el proceso que debía realizar el adepto sobre la alquimia para alcanzar la materia prima inicial. Pero aún hay más significados. ¿Por qué colocar estos signos junto al Sello de Salomón y precisamente en la Catedral de Burgos?
El Sello de Salomón, estrella de seis puntas o estrella de David es un hexagrama. Un símbolo universal que numerosas culturas han empleado como emblema, como signo protector. De orígenes remotos, ha sido utilizado con fines diversos por numerosas culturas. Bien como talismán protector, bien como símbolo alquímico, como mero elemento decorativo, la estrella tiene presencia en el judaísmo, el islam, el cristianismo e incluso el hinduismo.
En la Seo burgalesa está el Sello de Salomón en numerosas ubicaciones. Lo encontramos, por ejemplo, en la representación de tres alquimistas que labran con retortas y morteros en un escondido capitel de la Capilla de los Condestables, sin duda la más importante de toda la catedral y con una riqueza artística impresionante.
Pero, ¿qué es la alquimia? Y ¿qué es la masonería? Vayamos por partes, la Alquimia, esta vez con mayúscula, es la búsqueda de la piedra filosofal, con la cual se transmutan los metales innobles en plata y oro; y es del elixir de la vida, sustancia que permitiría alcanzar la inmortalidad. A través de misteriosos y secretos ritos, el alquimista convierte en su crisol los metales no nobles en metales nobles. Tres elementos, la Tria Prima, son necesarios para la práctica de la alquimia. Azufre, mercurio y sal. Dicen las leyendas que el alquimista era capaz de transformar en oro todo lo que tocaba. Y esa metáfora está presente en el gótico.
La masonería antigua hay que diferenciarla de la moderna. Es la conocida como ‘operativa’, frente a la actual ‘especulativa’, una masonería, la actual, que sólo coincide con la antigua en el nombre. Los masones eran los constructores; en especial, de catedrales. Hoy la masonería es otra cosa. Heredera de aquella, tiene su foco en otros objetivos de los que bien podríamos hablar en futuros capítulos.
La metáfora del gótico
“Una catedral gótica como la de Burgos es el ordenamiento en la tierra del caos del universo”
Volviendo al arte y a la alquimia, el estilo gótico entra en conjunción con esta ciencia desde la simbología. Así, frente al románico, el nuevo estilo abre los templos a la luz, al Altísimo, al sol. Una catedral gótica como la burgalesa es el ordenamiento en la tierra del caos del universo; interpreta el orbe y coloca orden donde no lo había. Es una interpretación de la creación.
La metáfora es preciosa por su imbricación con la vida y con el arte. Mientras el románico era la oscuridad, la introspección, el miedo, el temor de Dios; el nuevo arte se hace luz ante los nuevos tiempos; un espacio donde la luz, que es una representación de la fecundidad, entra en el útero que es el templo para hacerla madre. Trasladando esta metáfora a la historia de la salvación, la luz es la representación del Espíritu Santo y el armazón de piedras, el cofre gótico, es el mismo seno virginal de María. Y ahí nace el mismo Dios.
Y ¿qué tiene que ver, qué vínculo une fe y alquimia? Decíamos que la alquimia era la búsqueda de la piedra filosofal; del dorado. El cielo católico. Un fino hilo une la historia de la salvación, el dorado y la clave.
¿Y qué es la clave? Parece un concurso de preguntas y respuestas. Existe una relación muy directa entre el gótico y la clave. La clave es esa piedra especial que sujeta un arco, que sujeta en realidad todo el templo. Es la piedra filosofal de la catedral. Es la piedra, distinta a las demás, que une toda la nervatura del templo. Sujeta toda la estructura del templo y soporta el peso de todo un emblema. Es la piedra filosofal. La piedra angular, la que desecharon los antiguos y que hoy se convierte en referencia