Campofrío, 16 de noviembre de 2014. Una fecha marcada a fuego

Burgos conmemora el primer aniversario del devastador incendio que se llevó por delante la planta de La Bureba en Gamonal

Once días tardaron los bomberos en sofocar un fuego fortuito que obligó a desplegar un dispositivo casi inédito en la ciudad

El proyecto de reconstrucción estuvo sobre la mesa desde el primer momento, aportando algo de luz a una tragedia histórica

Campofrío, 16 de noviembre de 2014. Una fecha marcada a fuego Se cumple un año del incendio de Campofrío. GIT

Los hechos que se convierten en parte de la historia de una ciudad se quedan grabados para siempre en la mente y los corazones de aquellos que los vivieron en primera persona. Burgos amanecía, ahora hace un año, con la incertidumbre que genera saber que una de las firmas con más tradición en la capital estaba sufriendo el incendio de su fábrica más emblemática. Lágrimas, rabia, impotencia… La ciudad se enfrentaba sobrecogida a aquel frío y desapacible domingo 16 de noviembre de 2014, consciente de que pasara lo que pasase la fecha quedaría marcada en el calendario como uno de sus días más tristes.

Las primeras voces de alarma se daban sobre las 6 de la madrugada. Un incendio fortuito, como se recoge en las conclusiones de la investigación policial, se iniciaba en la zona de Cocidos. En aquellos momentos apenas una veintena de trabajadores se encontraban en las instalaciones de La Bureba, factoría del grupo Campofrío ubicada en el Polígono de Gamonal Villayuda. Eran los operarios de la empresa de limpieza y los primeros que se intentaron hacer cargo del incendio, tirando de extintores. Sin embargo, en muy poco tiempo el fuego se les fue de las manos.

Bomberos desplegó un operativo de 60 efectivos humanos

El Parque de Bomberos de Burgos desplegó un dispositivo casi inédito en la ciudad. Fueron un total de 60 los efectivos que estuvieron trabajando durante toda la jornada del domingo. Primero intentando sofocar las llamas y, después, cuando se comprobó que el fuego acabaría arrasando las instalaciones, tratando de evitar sin éxito que la estructura cediese. Su tercera gran preocupación fue mantener los depósitos de amoniaco, con más de 10.000 litros, a salvo del incendio, e impedir que los más de 25.000 litros que circulaban por las tuberías acabasen en la atmósfera burgalesa.

Todos a una

Bomberos fuera de servicio, efectivos de los parques de las diputaciones de Burgos y Palencia y del Ayuntamiento palentino, Policía Nacional, Policía Local, Protección Civil, el Ejército, Cruz Roja, Servicios Sociales… Toda la ayuda era poca, pero ni siquiera hizo falta pedirla. La ciudad se volcó desde un primer momento con Campofrío, sus trabajadores y los servicios de emergencia. Incluso con los vecinos que se vieron afectados indirectamente por el fuego. Cótar y Villafría tuvieron que ser desalojados ante el riesgo de contaminación del aire. En Castañares y Rubena también estuvieron en preaviso.

A medida que pasaban las horas la tensión aumentaba. Las llamas se iban comiendo la factoría sin que los bomberos pudiesen evitarlo. El fuego se había propagado rápidamente, cogiendo tal fuerza que para cuando se dio por controlado, a eso de las 19:00, apenas quedaba estructura en pie. Once días tardaron en sofocar las llamas de manera oficial. La crónica de los bomberos pone los pelos de punta y es que, en su afán por ponerle freno a la devastación, algunos de ellos arriesgaron en exceso sus vidas, lo que podría haber convertido un suceso de daños materiales, sin heridos, en una desgracia todavía mayor.

La asamblea de trabajadores fue uno de los momentos más intensos de la jornada

También dejan sin aliento los testimonios de los trabajadores que, en un abrir y cerrar de ojos, vieron peligrar sus futuros laborales y el bienestar de sus familias. La asamblea convocada en la Casa de Cultura de Gamonal, abarrotada, fue uno de los momentos más tensos y dramáticos de la jornada. Campofrío ya había dado su palabra de que levantaría La Bureba; el alcalde, Javier Lacalle, insistía en que la cárnica tenía su futuro en Burgos y “todos vamos a ayudar a que eso sea así”. Sin embargo, los trabajadores tenían miedo, y sus temores se siguieron manifestando en los días posteriores a la tragedia.

Apuesta de futuro

Y, mientras, se sucedían unas tras otras las muestras de apoyo. Campofrío seguía ardiendo cuando la Casa Consistorial lucía una pancarta de ‘Burgos con Campofrío’, y el Pleno del Ayuntamiento firmaba una declaración de apoyo que muy pronto se tradujo en medidas concretas. Los servicios municipales comenzaron a trabajar para facilitar la tramitación administrativa necesaria para el derribo de la antigua factoría y la construcción de la nueva instalación. Además, se habilitaron bonificaciones en los impuestos y se liberó a la cárnica de pagar la licencia de obras. En total, 11 millones de euros.

Por su parte, la Junta declaró la situación de “especial y extraordinaria trascendencia y urgente actuación”, poniendo a disposición de Campofrío diferentes líneas de ayuda económica, como también lo hizo el Ministerio de Industria y la Unión Europea. Las instituciones ayudaron a paliar las consecuencias de la tragedia sobre los 890 empleados directos de La Bureba, garantizando complementos salariales tras el expediente de suspensión temporal de empleo. Hubo recolocaciones, y varios centenares de trabajadores  se trasladaron a las factorías de Carnes Selectas en Burgos y a las que el grupo tiene en Ólvega y Torrente.

La situación iba normalizándose tras la desgracia. Los pasos para el resurgir de Campofrío estaban dados. Sin embargo, había un colectivo para el que el futuro no era tan halagüeño. Las empresas auxiliares no contaron con el mismo colchón que la multinacional y, en la mayoría de los casos, se quedaron sin servicio. Recolocaciones, reducciones de jornada y despidos motivaron el día a día de estos otros trabajadores. Una realidad que no se debe disociar de la tragedia de Campofrío, y que bien merece su recuerdo en esta crónica. Y es que aquel 16 de noviembre de 2014 cambió la vida de miles de personas.

Fotos de Gabriel de la Iglesia y Patricia Carro