Escuela Integral de Música, el despertar de una pasión

La música es un medio que nos permite expresar nuestra emociones, idea en torno a la que gira este centro de educación musical

Ubicada junto al Centro de Salud de San Agustín, la escuela es un referente en iniciación musical y canto, además de en otras especialidades, y pionera en musicoterapia

Juan I. Alonso dirige un equipo formado por una decena de profesionales, músicos todos ellos con formación específica en la pedagogía musical Willems

Escuela Integral de Música, el despertar de una pasión

No es necesario disponer de unas cualidades “extraordinarias” para poder disfrutar de una “experiencia musical intensa, emocionante y profunda”. La música es una de las habilidades “innatas” del ser humano. Incluso podríamos decir que es nuestra segunda lengua materna, esa que nos ayuda a expresar sentimientos y emociones, los aspectos “no intelectuales” de nuestro yo. Sin embargo, la mayoría de nosotros no somos conscientes de ello. Nos gusta la música, nos acompaña, pero no forma parte de nuestras vidas, al menos de nuestra vida moderna, tan complicada, tecnificada, acelerada…

En la escuela integral de música tienen esta idea muy clara. Y no es para menos. La “aventura” educativa de Juan Ignacio Alonso nació precisamente bajo esta concepción del arte musical, siguiendo los pasos del músico y pedagogo Edgar Willems. Tras más de 20 años de intenso trabajo en escuelas municipales de música, primero como profesor, después como director y finalmente como gestor empresarial, Alonso decide en 2012 poner en marcha su propio proyecto. Un centro en el que “plasmar el ideal educativo que llevaba persiguiendo desde hace años”, asegura.

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En la escuela integral de música se “reivindica la figura del maestro y el concepto de educación”. No sólo se enseñan conocimientos, no se buscan únicamente unos resultados calificables, cubrir unos requisitos académicos. Alonso y su equipo, formado por una decena de profesionales de la música, trabajan para “despertar unas cualidades innatas” en sus alumnos, y “proporcionarles una experiencia emocionante, enriquecedora”, porque la música “es una lengua que todos podemos hablar”, insiste Alonso.

El objetivo es acompañar al alumno hasta el descubrimiento de la expresión musical más íntima, dándole cada vez más y mejores herramientas, revalorizando sus propuestas, mediante las cuales “puede llegar a componer” dado que, y esto lo olvidamos muy a menudo, el ser humano es creativo por naturaleza, asegura Alonso. De ahí que la formación que ofrece la escuela integral de música no está orientada a tocar la guitarra, sino a convertir esa guitarra en “un vehículo de comunicación y de expresión infinito”. Por supuesto, cuanto mejor se toque, mayor será la satisfacción, pero lo más importante es que el alumno disfrute de la música y la convierta en una parte esencial de su vida.

Progresión vital

Y bajo estas premisas, la dirección del Centro organiza el proyecto educativo, las diversas programaciones didácticas, se prepara cada sesión de clase y se hace un seguimiento individual de cada alumno. Se comienza con iniciación musical, que permite el acceso a la alfabetización, en el Ciclo 2, donde también comienza la práctica instrumental, y siempre se complementa haciendo música con otros, en coros u orquestas, lo que Juan I. Alonso considera “una de las experiencias más gratificantes que puede tener una persona”. El proceso es el mismo que se sigue a la hora de aprender una lengua, primero se habla y luego se aprende a leer y escribir. De ahí que funcionen tan bien las clases de iniciación musical, en las que los bebés y los niños de hasta 7 años son los protagonistas.

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A través de múltiples actividades, los alumnos desarrollan su oído, su voz, sus cualidades motrices, mientras que para ellos todo es un juego. Se acercan por primera vez a la música mientras se divierten. Y siguen divirtiéndose en el lenguaje musical, con su instrumento, con el coro o la orquesta, porque la música nunca debe dejar de ser divertida, emocionante y estimulante, insiste una y otra vez Alonso.

La escuela integral de música no sólo destaca por ser un Centro que ofrece clases de iniciación musical para los más peques, sino que también es uno de los pocos (junto con el Conservatorio) que ofrece la asignatura de canto. Y son también “pioneros” en la musicoterapia, recuerda Alonso. Trabajan desde el principio con chavales que presentan alguna discapacidad física o psíquica. El objetivo es mejorar el nivel de vida de estas personas, aprovechando las cualidades terapéuticas de la música, de la mano de la musicoterapeuta del Centro, y ayudarles a ser “más felices”.

Un magnífico equipo

Antonio, Cristina, Blanca, Mercedes, Zaida, Alejandro, Pepe, Alfonso, Andrea y Raquel conforman el equipo de profesionales de la escuela integral de música, un “orgullo” para el director. Juan I. Alonso recuerda que todos los “profesores” que trabajan en el centro son músicos titulados con “vocación de educación musical”. Pero no son menos importantes Puri y Marian, las dos administrativas, “imprescindibles” para que el centro funcione como un reloj, los padres estén permanentemente informados y los alumnos reciban toda la atención que requieren.

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Los educadores encuentran en esta faceta profesional “un complemento a su propia actividad musical”, habiendo recibido una formación pedagógica específica. La programación académica está preparada al milímetro. El equipo pasa muchas horas reunido a la semana. Cada alumno y cada grupo tiene su propio itinerario. “No hay ninguna clase improvisada”, asegura Alonso, y ese es uno de los ingredientes principales del éxito de la escuela integral de música, a pesar de su corta vida.

Para todas las edades

Y es que Alonso asegura que el 90 por ciento de los padres que acuden al centro por primera vez, lo hacen recomendados. “La satisfacción de nuestros alumnos es nuestra mejor publicidad”, comenta Alonso. Los primeros años de la escuela integral de música fueron difíciles, porque había que darse a conocer en un mercado ya establecido. Burgos disponía (y dispone) de una escuela municipal, de un conservatorio y de varias academias con fama, pero tres años después, Alonso está satisfecho del trabajo realizado. El centro se ha hecho un nombre en la ciudad; lo demuestra el boca a boca que funciona entre padres y alumnos.

Por cierto, sepan que en la escuela integral de música hay sitio para todos. En la música “no hay límite de edad”, sólo unas edades más adecuadas para aprender. Los niños son como esponjas y, además, tienen menos prejuicios y son más receptivos. Pero los adultos también podemos acercarnos a la música en cualquier momento de nuestra vida. Y el Centro tiene un importante número de alumnos adultos. Lo importante es llegar con una “actitud muy sincera y con ganas de aprender y divertirse”. La música es “una alternativa de ocio muy sana, que te enriquece personalmente y que te hace volver a reír”, que falta nos hace. ¿No creen ustedes?