La alfarería más importante de la ciudad estaba en Plaza Vega
La obra de construcción de 13 viviendas en la calle San Ignacio de Loyola han sacado a la luz un taller alfarero de la Baja Edad Media con media tonelada piezas
Se estima que el taller pertenece a la primera ocupación del sector histórico del arrabal de Vega
Un pequeño trozo de la Baja Edad Media ha salido a la luz en el solar de la Calle San Ignacio de Loyola, durante la construcción de 13 viviendas por Raimconsa. Un taller alfarero con media tonelada de piezas de cerámica fina ha regalado a la empresa Cronos Arqueología y Patrimonio un valioso botín que ya ha pasado a manos municipales y se estudiará que lugar de exposición se le otorga.
Los sondeos exigidos por el Plan Especial del Casco Histórico (PECH) han resultado positivos y se ha destapado la historia de una construcción que data de los siglos XIV y XV. Sin duda, se trata de un hallazgo inédito y muy relevante en el panorama arqueológico de la capital, lo que ha supuesto la ampliación de la excavación arqueológica en distintas áreas para documentar de forma integral todas las evidencias relacionadas con la primera ocupación de este sector histórico del arrabal de Vega.
Elementos recuperados
Del taller se han exhumado hasta el momento un horno para la cocción de cerámica, elementos constructivos relacionados con una gran zona de trabajo como muros, distintas soleras y hoyos de poste para sustentar la cubierta, así como varios vertederos donde se han recuperado miles de fragmentos y piezas completas de las producciones cerámicas que allí se manufacturaban.
Las producciones cerámicas de este taller medieval se corresponden con los primeros vidriados realizados en territorio cristiano, nuevos acabados que desplazaron a la alfarería tradicional antes de la popularización de las lozas. Entre el extenso elenco de formas cerámicas se cuentan cuencos, escudillas, jarras, albarelos, tapaderas, platos, cántaros y redomas, entre otras, además de las primeras tuberías de cerámica.
El final del alfar se pone en relación con la edificación del convento de La Merced a finales del siglo XV, momento en el que probablemente este espacio urbano pasó a ser utilizado como huertas. En este sentido, los restos presentan un aceptable estado de conservación bajo una potente cobertera vegetal, que alcanza los dos metros de profundidad.
El camino sigue
En próximas fechas, los investigadores trasladarán los resultados preliminares, además de a la Comisión Territorial de Patrimonio Cultura de Burgos, al Instituto Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Burgos, con el fin de profundizar en el estudio y publicación del extenso conjunto cerámico recuperado, que colocará sin duda a estas producciones burgalesas en el mapa peninsular de los principales alfares bajomedievales y contribuirá a mejorar el conocimiento de su distribución y difusión.