Una multitudinaria despedida a los Sampedros del calor

Miles de personas se acercan al parque de Fuentes Blancas para disfrutar del Día del Burgalés Ausente y despedir las fiestas de San Pedro y San Pablo

Sin duda, el calor ha sido el gran protagonista de la jornada

Las casetas cambiaron su ubicación debido a la tala de hace algunos meses

Una multitudinaria despedida a los Sampedros del calor Miles de personas se acercaron a Fuentes Blancas en una calurosa jornada. GIT

Con mucho calor. Así han despedido los burgaleses las que con toda seguridad han sido las fiestas de San Pedro y San Pablo más calurosas de las últimas décadas. Y lo ha hecho como manda la tradición, visitando Fuentes Blancas y agasajando a todos los burgaleses ausentes con la fórmula del ‘papeo’. Miles de personas han aprovechado la última jornada oficial de las fiestas para acercarse al paraje y disfrutar de una jornada amenizada con música, bebida y comida, y que, además, se presentó con un cambio más que significativo.

Y es que, por primera vez en décadas, las peñas montaron sus casetas al inicio del parque, en vez de en la zona de los toboganes. La reciente tala y replantación de árboles llevada a cabo en el escenario habitual motivó un cambio por parte de la Federación de Peñas, que pidió modificar su ubicación en busca de la hoy tan necesaria sombra. Y la apuesta fue todo un éxito. Menos aglomeraciones, más orden y, sobre todo, un arrullo imprescindible en una jornada en la que los termómetros volvieron a dispararse.

Ya desde primera hora, las temperaturas invitaban al paseo. Quizá por ello parecía haber más actividad en las casetas de las peñas que en años anteriores. Sin embargo, y a pesar de que muchos aprovecharon los momentos más tranquilos de la jornada para almorzar, la atención estaba puesta en los burgaleses ausentes, auténticos protagonistas de la fiesta. Pasadas las 11 de la mañana, el grupo de participantes de la Operación Añoranza llegaba a Fuentes Blancas. Allí eran recibidos por propios y extraños y, como manda la tradición, los danzates y gigantillos les mostraron todos sus respetos como mejor saben, bailando.

Apenas unos minutos después, la comitiva -que la hay- se desplazó hasta la explanada de la Virgen de los Álamos para participar en una misa campera especialmente multitudinaria y amenizada, como no podía ser de otra forma, con folclore regional. ¿Y mientras tanto? Mientras tanto miles de personas degustaban el morro, la morcilla, el chorizo, las paellas y algún que otro plato típico de otros lares. Los fogones no daban a basto y las cámaras frigoríficas no conseguían enfriar las bebidas ante el calor reinante. Niños, peñas, globos, música y más de una ojera para despedir unas fiestas que serán recordadas durante años. ¿Te acuerdas de aquel Sampedro en el que estábamos en camiseta en la verbena? Al tiempo.