Rojas Marcos asegura que el optimismo se ve “inaceptable” en tiempos de crisis

El psiquiatra español asegura que somos mucho más optimistas y felices de lo que parecemos, pero nos avergüenza mostrarlo

Defiende las bondades del olvido, como instrumento que nos ayuda a superar los agravios y las adversidades, aprendiendo

Luis Rojas Marcos ha sido investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Burgos, ocupando el puesto 14

Rojas Marcos asegura que el optimismo se ve “inaceptable” en tiempos de crisis Rojas Marcos con Murillo, Arsuaga y Lara. PCR

En una crisis económica o en una catástrofe natural, el optimismo suele resurgir con fuerza. Un espíritu con el que se afrontan las desgracias, propias y ajenas, para intentar superarlas. Sin embargo, esa actitud positiva ante la vida y la realidad no se muestra abiertamente, sobre todo en culturas como la española. No es que el individuo se vuelva más pesimista ante situaciones adversas, sino que lleva la visión optimista “con discreción”, ya que el optimismo se ve socialmente como algo “inaceptable”, como una muestra de “falta de solidaridad” con aquellos que más sufren.

Es la reflexión que realiza el psiquiatra, Luis Rojas Marcos, que ha sido investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Burgos este mediodía. En su intervención, Rojas Marcos ha analizado la cultura, el arte y la ciencia del optimismo, destacando las grandes diferencias entre Estados Unidos y Europa cuando se habla de felicidad. Influidos por los filósofos clásicos, y no tan clásicos, en Europa no se presume ni de ser optimista ni de ser feliz, y aquellos que lo hacen suelen ser considerados por la sociedad como “ingenuos”, todo lo contrario de lo que ocurre en Estados Unidos, donde se “glorifica” el optimismo.

En Europa se considera “ingenuos” a los optimistas, mientras que en EE.UU se glorifica la felicidad

El psiquiatra ha insistido en que los europeos, y por extensión los españoles, no somo menos felices que los estadounidenses, simplemente no presumimos de ello. “Nos da vergüenza”, ha asegurado, y “lo llevamos como algo personal, con discreción”, lo que unido al hecho de considerar egoísta y poco solidario ser feliz cuando otros sufren, hace que nuestras culturas tiendan aparentemente más al pesimismo que al optimismo. Aún así, Rojas Marcos ha insistido en que este último “abunda mucho más de lo que sospechamos”, ya que estaríamos programados genéticamente hacia el optimismo.

Se nace, pero se puede cambiar

Afrontar la vida con una visión positiva es “un excelente protector de nuestra salud y satisfacción con la vida”. Las personas optimistas tienen “ventaja” con respecto a la salud, el amor, el trabajo o el juego, ha afirmado el psiquiatra, esa visión de la vida les ayuda a “emplear juiciosamente sus habilidades y los recursos del entorno”, al mismo tiempo que “a luchar sin desmoralizarse para superar las adversidades”. Ser optimista no es ser “irreflexivo”, ha insistido Rojas Marcos, como tampoco vale el refrán popular que asegura que el pesimista es el optimista bien informado.

Y es que “el pesimista tiene fobia a ver la parte positiva” de las cosas, ha asegurado. Ante una decisión importante en la vida, el optimista valor los aspectos positivos y negativos de la misma, mientras que el pesimista sólo ve lo malo, razona Rojas Marcos, así que el que tiene más información es el optimista, no el pesimista. Y somos así por genética, pero también por el contexto social y familiar en el que nos desarrollamos. Algunos estudios plantean que entre el 30 y el 40 por ciento de nuestro carácter viene “programado” por los genes, pero eso no quiere decir que sea inamovible.

Momento de la investidura como Doctor Honoris Causa. PCR

Momento de la investidura como Doctor Honoris Causa. PCR

La familia en la que se crezca, los amigos de los que uno se rodee, los valores de la sociedad a la que pertenezca… son elementos que influyen en el desarrollo de nuestra personalidad. Eso sí, Luis Rojas Marcos considera que cualquier cambio sobre nuestra programación genética requiere de tiempo y “disciplina” por parte del sujeto, y que estamos programados para ser más optimistas que pesimistas. Una perspectiva favorable “nutre” la determinación y la confianza. El optimista ve el fracaso como un tropiezo del que aprender, y al pesimista le altera toda su persona, por lo que la evolución depende del optimista.

Luis Rojas Marcos destaca la importancia de saber olvidar. “El olvido es un verdadero regalo de la memoria”, ha asegurado. La mayor parte de las personas tienden a olvidar los momentos más penosos de su vida, o a minimizarlos, lo que les ayuda a “pasar página y abrirse a un nuevo mundo”. Es una perspectiva muy saludable, ha insistido, puesto que “el olvido cura muchas heridas, nos ayuda a perdonar los agravios, a hacer las paces, a liberarnos y a recuperar el entusiasmo después de las adversidades”. El perdón, minimizar los problemas, ver el lado positivo de las cosas, ayuda a ser más feliz y buscar un futuro mejor.

Doctor Honoris Causa

“El olvido cura muchas heridas y nos ayuda a liberarnos y a recuperar el entusiasmo tras una adversidad”

“Optimismo vital”, “generosidad sin límites”, “sentido del humor” y “arrojo para labrarse su futuro” son algunas de las cualidades que ha destacado el rector de la Universidad, Alfonso Murillo. Psiquiatra, médico, profesor, gestor, comunicador… “es difícil encontrar en una sola persona tantos valores”, ha insistido. Luis Rojas Marcos es “un ejemplo como persona y como profesional, que tiene servir a toda la universidad para que lo imiten”. El español afincado en Estados Unidos es un “espejo” al que todos, comunidad universitaria y sociedad, tenemos que “mirarnos”.

Murillo ha recordado que Rojas Marcos ha dedicado toda su vida al servicio público. Se fue de España bien joven, en un “gesto de valentía”, y se ha convertido en una de las figuras internacionales de la psiquiatría y la medicina con mayor renombre y proyección. En la actualidad es profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York, miembro del Consejo de Medicina del Estado de Nueva York y miembro vitalicio distinguido de la Asociación Americana de Psiquiatría y de la Academia de Medicina de Nueva York. El prestigioso médico ocupa el puesto número 14 en el Claustro de Honor, junto con figuras como los tres codirectores de Atapuerca, Umberto Eco o José Vela Zanetti.