La particular oda al cerdo de Los Cucos
Cientos de personas comparten con la Sociedad Gastronómica de Los Cucos su particular fiesta de la Matanza
Se repartieron miles de pinchos de morcilla entre los asistentes
El cerdo sacrificado se entregará a la congregación de las Hermanitas de los Pobres
Un año más, y ya van 34 de manera consecutiva, la Sociedad Gastronómica Los Cucos ha vuelto a invadir La Flora para festejar su particular Matanza y, de paso, compartir con todo aquel que quiso acercarse una mañana de bailes y buen yantar. El protagonismo volvió a recaer, como no podía ser de otra forma, en el cerdo. Un ejemplar de aproximadamente 150 kilos de peso que a las 13 horas era colocado sobre la necesaria pira para chamuscarlo.
Antes de que el humo invadiera la plaza, el Grupo de Danzas María Ángeles Saiz ya había mostrado a propios y extraños su particular repertorio de bailes tradicionales. Grandes y pequeños repasaron parte de la tradición castellana mientras en dos enromes cacerolas se cocían las primeras morcillas de la jornada. A fuego natural y lento, por supuesto. En aquel momento, cientos de personas ya estaban salivando en los alrededores, esperando, a veces incluso con ansia, los tradicionales pinchos de morcilla. Y no se hicieron esperar.
Minutos después de la entrada triunfal del cochino, los miembros de la peña, acompañados por los danzantes, comenzaron a repartir el almuerzo. Un pincho de morcilla sobre un trozo de pan acompañado, como no podía ser de otra manera, con un vino de la tierra. Tres elementos fundamentales en la gastronomía burgalesa que hicieron entrar en calor a la multitud.
Pero mientras el respetable movía el bigote, los más veteranos seguían trabajando. Y es que, tras el chamuscado del cerdo, todavía quedaba pendiente el despiece del animal. Para muchos será sin duda un espectáculo desagradable, pero para otros muchos supone una auténtica tradición. Lo que está claro es que todo se hace por una buena causa. Las piezas del cerdo -un animal del que se aprovecha todo, recuerden- irán destinadas a las Hermanitas de los Pobres, que cada año reciben con entusiasmo el presente de la peña.