La autopsia no consiguió concretar el origen de las heridas de Vargas
La autopsia a la que fue sometido el fallecido no pudo revelar las causas de las tres heridas que le provocaron la hemorragia cerebral y la posterior muerte
Los facultativos sanitarios niegan que se cayera en el hospital
Continúan las dudas en torno a la desaparición del móvil en el que supuestamente se grabaron imágenes de la intervención policial
Neptalí Vargas falleció como consecuencia de una intensa hemorragia cerebral producida por la presencia de tres traumatismos craneales de diferente entidad. Esa fue la principal conclusión que arrojó la autopsia realizada en su día al cuerpo del ciudadano ecuatoriano muerto en junio de 2011 tras una intervención policial en la campa de Las Matillas.
Vargas presentaba tres traumatismos en el cráneo, uno de ellos de 10 centímetros
Vargas presentaba tres traumatismos en el cráneo, uno de ellos de 10 centímetros
Según ha ratificado hoy una de las forenses encargadas de realizar la autopsia, Vargas presentaba tres heridas de carácter interno, siendo una de ellas de “10 centímetros” de longitud. Fueron esas contusiones las que causaron su muerte en el hospital, aunque las pruebas practicadas no pudieron determinar su origen. Pudieron ser consecuencia de un golpe contra el suelo o con un objeto. Tampoco se pudo confirmar el momento concreto en el que sufrió los traumatismos, por lo que todas las hipótesis permanecen abiertas en este aspecto concreto.
Eso sí, los facultativos sanitarios que atendieron a Vargas aquella noche mantienen que el golpe no se produjo por una caída en el hospital, posibilidad que se ha llegado a plantear durante la investigación. Según declararon hoy las enfermeras y el médico de urgencias, el fallecido fue trasladado al hospital en un estado de “intoxicación etílica”. Esa de hecho fue la información que ofreció el facultativo de la ambulancia a los médicos de urgencias. Además, el paciente no presentaba “signos externos” de cualquier tipo de traumatismo, por lo que se procedió a aplicar el tratamiento convencional en situaciones de intoxicación etílica.
Para ello, subrayan los facultativos, se le puso una vía intravenosa, se le colocaron electrodos para monitorizar su estado y, sobre todo, se subieron las barras de seguridad de la camilla para evitar cualquier caída. Ese extremo es corroborado por los médicos, enfermeras y auxiliares que atendieron en algún momento de la noche a Vargas.
Actuación correcta
Sin embargo, alrededor de tres horas y media después de ser ingresado, el paciente sufría una parada cardiorespiratoria que obligó a los facultativos a practicar la maniobra de reanimación. Primero lo hicieron las enfermeras de guardia, que después de “20 ó 30 minutos” de maniobra llamaron al médico, quien sólo pudo certificar la muerte de Vargas. Así al menos lo ha confirmado esta mañana el sanitario a preguntas de los letrados.
Con todo, la forense que practicó la autopsia concluyó que los facultativos “no hicieron nada fuera de lugar” aquella noche, ya que los síntomas que presentaba el fallecido eran los de una intoxicación y no presentaba signos de traumatismo. Además, en su declaración ha destacado que, incluso conociendo previamente la existencia de esos golpes, no se podría haber asegurado la supervivencia de Vargas. Las heridas eran muy graves.
Teléfono móvil
Por su parte, y para rizar aún más el rizo de un caso ya de por sí complejo por la contradicción en las declaraciones de las partes implicadas, aún no se ha conseguido resolver el misterio del teléfono móvil con el que supuestamente se documentó la intervención policial. Una intervención durante la que los compatriotas de Vargas aseguran que uno de los agentes le empujó provocándole la caída y el golpe en la cabeza.
Los peritos de la Policía Nacional encargados de analizar el terminal se ratificaron hoy en su primera declaración, asegurando que el aparato fue “manipulado”. El teléfono fue reiniciado apenas unas horas antes de volver a ser localizado en la sede de la Policía Local y se habían “borrado” al menos cinco fotografías que finalmente se pudieron recuperar e incorporar a la investigación. Al margen de esas imágenes, los peritos no encontraron “rastro” alguno de la presencia de más fotos o vídeos, lo que no quiere decir que no pudieran haber existido. Tampoco se encontraron huellas o marcas que permitieran identificar a la persona que manipuló el aparato, aunque todos los agentes de la Policía Local llamados a declarar han asegurado no haber visto nada raro en la sede durante esos días.