Miranda: Una ciudad de frontera con identidad propia

Los 40.000 habitantes de Miranda miran hacia tres comunidades: Castilla, País Vasco y La Rioja

San Juan del Monte es el emblema más popular y se celebra por Pentecostés

El Ebro vertebra la ciudad y la divide entre Aquende (la urbe antigua) y Allende (la moderna)

Miranda: Una ciudad de frontera con identidad propia Vista aérea de la ciudad de Miranda. GIT

Es tierra de frontera; límite artificial entre el país de los vascos, la tierra de la fertilidad bañada por el Ebro en La Rioja y la meseta castellana. Su cercanía, la diversidad de pueblos diferentes le confieren a esta tierra un especial mestizaje y una personalidad muy marcada. Siempre, eso sí, con el vínculo que cose una tierra a otra, una gente a otra gente: el río Ebro.

En Miranda, el Ebro toma carta de naturaleza y ya se ha convertido en adulto. Cose Aquende con Allende, riega las vegas, las ricas huertas de la comarca y es un símbolo que lleva la ciudad amarrado a su nombre. Pero hay muchos más símbolos en Miranda que la hacen una ciudad cosmopolita y diferente a las urbes de su entorno. El tren y la industria convirtieron a la villa de hace 107 años en la ciudad moderna que es hoy. Pero sin perder, eso sí, su esencia.

“Hijo soy a mucha honra de la ciudad de Miranda, de antigüedad venerada, en el suelo burgalés”; así reza la primera estrofa de su himno que supone la primera declaración de intenciones: Castilla hizo a Miranda ciudad y Miranda donó a Castilla su condición para hacer prosperar una tierra más que olvidada por administraciones y política partidista.

La M de Miranda en la glorieta de la ‘Alubia’. BC

La M de Miranda en la glorieta de la ‘Alubia’. BC

Desde su nacimiento, el río Ebro marca con su tinta indeleble el carácter de una tierra, la del norte de Burgos, un tanto más abierta la vega que las tierras mesetarias más al sur. Aun así, el río se hace adulto serpenteando por las montañas de los valles de Manzanedo y Valdivielso antes de cruzar, por Frías, hacia la vega de Miranda y su comarca. El río es la arteria de la que se alimenta la ciudad y le confiere vida. Miranda es alegría. Miranda tiene en su gente, además, el mejor activo. Los mirandeses presumen de ciudad porque así es desde 1907.

De villa a ciudad

En 2007, Miranda celebraba el centenario de su título de ciudad. Pasó a principios de siglo XX de aquella pequeña concentración semi urbana de 1907, con apenas 7.000 almas, a la ciudad del siglo XXI, con 40.000 personas. Ciento siete años la contemplan como ciudad. Fue el 7 de julio de 1907 cuando el Rey Alfonso XIII firmaba en el palacio de La Granja, en San Ildefonso, un Real Decreto por el que se concedía el título de Ciudad a la que ya lo era por su importancia social.

La Miranda del siglo XXI es una ciudad moderna y sigue siendo un cruce de caminos y centro industrial de Castilla y León, eso sí, mermado por una crisis que se ha llevado por delante algunos de los emblemas industriales de la ciudad, caso de Montefibre o Rottneros. Estas industrias de la carretera de Logroño fueron las que dieron el auge necesario a una ciudad que, con unas excelentes infraestructuras de transporte, levantaba el vuelo. Son las herederas de Altamira, Fefasa o Ence.

Iglesia del Espíritu Santo, románica de transición al gótico. BC

Iglesia del Espíritu Santo, románica de transición al gótico. BC

El año del salto a ser ciudad era muy diferente a los nuevos tiempos que siguieron. Aquella Miranda de 1907 contaba con 7.321 habitantes y desempeñaba el cargo de alcalde Antonio Martínez. La ciudad despegó con la instalación de la línea de ferrocarril entre Madrid e Irún, que tiene en la ciudad un eje fundamental, ya que es en su estación donde enlaza el nordeste de la Península. Es entonces cuando la economía mirandesa pasa de ser agrícola a ser comercial e industrial, puesto que la llegada del tren la coloca en una situación diferente, con unas expectativas de crecimiento hasta entonces nunca conocidas.

Entre Aquende y Allende

El río marca la frontera natural entre la ciudad vieja y las nuevas arterias. En los años 80, el tren cambia el rumbo y deja de atravesar Miranda de oeste a este, conformándose, junto a la calle de la Estación, una de la avenidas más importantes de la urbe que descongestiona todo el tráfico. Es la Ronda del Ferrocarril. La confluencia con la plaza de Prim, la calle Vitoria y La Estación, la M de Miranda, en la ‘Alubia’, y los monumentos a los Sanjuaneros, se ha convertido en un emblema más de la ciudad.

San Juan

“Nuestro santo verdadero”. Es otro de los emblemas de Miranda. El lunes siguiente a Pentecostés, la ciudad se desborda de alegría para celebrar a San Juan del Monte en La Laguna. Miles de personas, cuadrillas y peñas se dan cita en el paraje para honrar al santo. Una de las fiestas más llamativas y populares de toda España. Para otro capítulo, dejamos la historia del Chantre de Calahorra, enterrado entre misterios y leyendas en la iglesia de Santa María.