Naturaleza agreste y cultura e historia grabadas en piedra

Medina es noble por su honradez, Medina es buena por sus virtudes, dice su himno

El Alcázar está flanqueado por monumentos que engrandecen a la ciudad

En verano la urbe se vuelve cosmopolita y alcanza los 35.000 habitantes

Naturaleza agreste y cultura e historia grabadas en piedra El Alcázar es el emblema Medina. BC

La plaza de Somovilla, el Arco de la Cadena; la iglesia del Rosario; el convento de Santa Clara, el Hospital de la Vera Cruz y la ermita de San Millán complementan en Medina de Pomar a las torres de su Alcázar, el símbolo más importante de esta pequeña urbe que nace y renace entre las cumbres de la Sierra de la Tesla hasta los Montes de la Peña. Las peñas resguardan a Medina y la naturaleza se hace vida en su entorno.

Las Merindades han guardado con celo su condición de lugar de acogida

Cualquier comarca de la provincia en cualquier estación del año tiene una gran belleza y constituye un remanso de paz, sosiego y deleite para los sentidos donde ver, oler, oír, tocar y degustar miles de sensaciones. Una de ellas es esta comarca de las Merindades de Castilla, siempre tierra de frontera, que ha guardado con celo su condición de lugar de acogida, por ello nadie se siente ajeno; todos son bienvenidos.

El sol de poniente dibuja en el fondo del azul cielo la silueta en gris del flamante Alcázar de Medina. Es una metáfora en piedra que con el contraste de colores parece renacer de los rescoldos que deja la puesta de sol.

Medina no sólo es arte, arquitectura y naturaleza. También forma parte de la historia por numerosos referentes y acontecimientos ocurridos en la ciudad. Uno de ellos tiene estos días una especial repercusión. Las de Medina fueron tierras que vieron pasar al emperador Carlos V de Alemania y I de España camino del monasterio de Yuste; y es la madre tierra de los Velasco; además, la villa obtuvo los fueros otorgados por el castellano Alfonso VIII y Medina recibió el título de honor de ciudad en el siglo XIX.

Carlos I de España

al Monasterio de Santa Clara. BC

al Monasterio de Santa Clara. BC

Medina recrea parte del viaje que el emperador Carlos V realizó en el siglo XVI desde su desembarco en la localidad cántabra de Laredo hasta su retiro en el Monasterio de Yuste. El viaje del monarca emperador comenzó en 1556 desde la ciudad holandesa de Flexinga para poner punto final a su llegada al monasterio cacereño de Cuacos de Yuste. La primera parada que realizó ya en España fue en Laredo y según diversas crónicas pernoctó en la localidad burgalesa de Medina de Pomar durante dos noches debido a una indisposición.

Este fin de semana, Medina se convierte por unas horas en una ciudad medieval en la que habitantes y forasteros se visten con trajes de época renacentista. Un auténtico viaje hacia 1556. Colaboran en el evento, además del Ayuntamiento de Medina de Pomar, la Consejería de Turismo del Gobierno de Cantabria y los consistorios de Laredo, Colindres, Limpias, Ampuero, Rasines, Ramales de la Victoria y Soba, todos ellos cántabros, y el vizcaíno de Lanestosa. En cada uno de estos lugares se celebrarán, al paso de la marcha, recreaciones históricas y actuaciones musicales y teatrales.

En la provincia de Burgos entrará la ruta por el puerto de Los Tornos; el paso de montaña hace dejar atrás la agreste Cantabria e incluso Vizcaya porque Lanestrosa penetra en la tierruca y se hace un pueblo de montaña más.

Cruce de caminos

En realidad, Medina está situada en un estratégico cruce de caminos en el norte peninsular. A la ciudad se llega desde el norte, por el Crucero de Montija. El Crucero es una brújula perfecta; esa emblemática rosa de los vientos le acerca al caminante hacia Villarcayo, por Bocos; a Bilbao por Mena; a Laredo por Los Tornos. A Espinosa de los Monteros, por Torme; al Valle de Losa y Quincoces de Yuso por Castrobarto; y a Medina de Pomar por Pienza y Santurde.

Medina se extiende al abrigo del Trueba y de la Tesla por esa llanura que lleva desde la ciudad a sus vecinas Miñón, Pradolamata, Cebolleros –y su castillo construido con cantos de río-, Moneo, la señorial villa de las nueve fuentes, Nofuentes, hasta la hermana Trespaderne, allí donde las Merindades se confunden, pasada la Horadada, con la incipiente comarca de la Bureba, tan cerca de Oña.

Las tres culturas

Medina, por su estratégica ubicación, recibió las influencias de muchas de las culturas ibéricas. La Vellica, fundada por los cántabros dio paso después a ciudad, Medina, entre árabe y castellana. En la época actual, el verano convierte a Medina en una ciudad cosmopolita. Sus 6.000 almas de siempre se ven multiplicadas por cinco o por seis y pobladores del norte se resguardan en Medina cada verano buscando la tranquilidad de la pequeña ciudad.

Historia y arquitectura

Arco del casco viejo de Medina. BC

Arco del casco viejo de Medina. BC

La calle Mayor asciende hasta la parte más alta del pueblo donde se ubica el castillo y la plaza del Ayuntamiento o la iglesia parroquial.

En las afueras, el monasterio de Santa Clara fue fundado por don Sancho Sánchez de Velasco, adelantado mayor de Castilla, en el reinado de Fernando IV y su esposa doña Sancha García, el 13 de enero de 1313, ahora lo habita una comunidad de religiosas clarisas. Contiguos al monasterio se encontraban el hospital de la Vera Cruz y en su extremo norte. El primero fue fundado por Pedro Fernández de Velasco en 1438. La ermita de San Millán es de finales del siglo XIII y es el edificio más antiguo de la ciudad.

El Alcázar, su emblema, es hoy un pujante museo de Las Merindades. En él se puede conocer la vida en la comarca, desde la prehistoria hasta nuestros días. La primera planta llega hasta el siglo XVIII. Entre las diferentes piezas expuestas resaltan por su importancia una boca de fuente romana del siglo III-IV hallada en Villaventín y una inscripción correspondiente a la consagración de la iglesia visigoda de Santa María de Mijangos (siglo VI).

En la segunda planta está la sala de historia y patrimonio; la tercera es la sala de etnografía, una de las más didácticas con la exposición de elementos y aperos vinculados al campo y utilizados por nuestros antepasados en las labores agrícolas y ganaderas. El contenido de la sala no se olvida de temas tan relevantes como la arquitectura popular o el ciclo vital. La tercera la conforman una terraza con una amplia plataforma almenada que une las dos torres; en la norte se encuentra la Sala de Bellas Artes y en la sur, de acceso reservado, se ubica el archivo.

La cuarta alberga la sección del medio físico. Desde este emplazamiento, en la terraza de la torre norte, se controla la ciudad y un extenso territorio: desde los Montes Obarenes hasta las altas cimas de Cordillera Cantábrica; desde la cercana Sierra de la Tesla hasta los Montes de la Peña. La vista es excepcional.