Traición y venganza en torno a los Siete Infantes de Lara
Movida por el odio y el rencor, Doña Lambra conseguirá la muerte de sus sobrinos, traicionados por su propio tío
Almanzor aprovechará las rencillas entre los nobles castellanos para romper las fronteras al norte del Duero
El Bastardo Mudarra vengará la caída de sus hermanos, cerrando un círculo de sangre, poder y envidias
Finales del siglo X. La Península Ibérica está inmersa en las luchas de la Reconquista. Cristianos y Moros batallan en unas fronteras que avanzan y retroceden constantemente. El Castillo de Gormaz marca la línea defensiva de los musulmanes al norte del Duero, donde los cristianos van recuperando terreno bajo la dirección de Garci Fernández, II Conde de Castilla. En este contexto tienen lugar los hechos en los que se basa la leyenda de los Siete Infantes de Lara, recogida en numerosos cantares de gesta y en el Romancero, y que los vecinos de Castrillo de la Reina han vuelvo a llevar a los escenarios este fin de semana.
Durante las tres jornadas en la que se desarrolla esta recreación histórica (la tercera y última tendrá lugar esta noche, a las 22:00), la portada principal de la Iglesia de San Esteban están siendo testigo de la traición del noble Ruy de Velázquez a sus sobrinos, los Siete Infantes de Lara, y la posterior venganza del hermano bastardo, Mudarra González. Profesionalidad, pasión y detallismo son las principales características de una representación que cumple su edición número 23, convertida en una cita obligatoria en la programación cultural del verano burgalés.
La historia, leyenda fundamentada en hechos reales, se desarrolla en dos escenarios claramente diferenciados: el Cristiano y el Árabe. Los lienzos, uno decorado con reproducciones de los beatos del siglo X y el otro con imágenes de la Mezquita de Córdoba, obran el milagro en la separación de los espacios. Las narradoras introducen cada una de las escenas, utilizando los textos de los cantares de gesta que recogen la leyenda. Estamos ante una cuidada adaptación de la obra ‘El Bastardo Mudarra’, escrita por Lope de Vega, a cargo de Abilio Abad.
Lo que dicen que pasó
Las bodas de Ruy Velázquez y Doña Lambra sacan a la luz viejos enfrentamientos, envidias y odios familiares, que acaban en dramáticas declaraciones de afrenta a Doña Lambra por parte del pequeño de los de Salas, Gonzalillo. Sintiéndose agraviada por el que es uno de sus sobrinos, hijo Gonzalo Gustios y Doña Sancha (hermana de Ruy Velázquez), Doña Lambra jurará venganza contra los Siete Infantes de Lara, y para ello se servirá de su marido. Con chantajes y manipulaciones conseguirá que Ruy Velázquez esté dispuesto a traicionar a su propia sangre, para demostrar el amor que profesa a su esposa.
Velázquez venderá a su cuñado y a sus sobrinos a Almanzor y, con ello, entregará Castilla a los árabes. Gonzalo Gustios viajará hasta Córdoba como embajador de Velázquez ante el rey moro, sin saber que la carta que lleva consigo pide su muerte y planea una emboscada que acabará con la vida de sus siete hijos, en Almenara, donde los Cristianos defienden su frontera norte. Sólo la piedad y la nobleza de Almanzor impedirán que Gustios muera, haciéndole primero prisionero y, una vez consumada la traición, con las cabezas de los Siete Infantes de Lara frente al padre, concediéndole la libertad.
“Las traiciones agradezco, que no pago al traidor, que lo aborrezco” dice Almanzor, estratega inteligente que se aprovecha de las rencillas entre nobles castellanos para sus fines políticos y territoriales. Gustios volverá a Castilla sin sus hijos, jurando venganza ante una traición tal vil. El resarcimiento vendrá de la mano del bastardo Mudarra, el hijo que Gustios tuvo con la hermana de Almanzor, Zaida, “valiente vengador de los Infantes de Lara”. Matará a Ruy Velázquez, entregando la cabeza a su padre, y devolviéndole las que pertenecen a sus hermanos, que reposarán para siempre en la Iglesia de Santa María de Salas.
Esta noche, a las 22:00
Un espectáculo de luz y sonido, con dos horas de duración, en el que se cuidan los detalles al máximo. Los trajes de los personajes protagonistas llevan bordados en oro; las botas provienen de Biolorrusia; las peanas que sirven de atril para las narradoras están pintadas a mano con escenas de los beatos del siglo X. El espectador viaja en el tiempo, se estremece ante el odio y la maldad que emanan de Doña Lambra, se emociona ante el dolor de Gonzalillo cuando ve a sus hermanos caídos tras la traición, siente el pesar de un padre por la muerte de sus hijos y recibe con satisfacción la venganza sobre el verdugo.