Bermúdez de Castro: “La ciencia puede ser un motor económico para España”
José María Bermúdez de Castro afronta con ilusión la organización del congreso internacional de septiembre y analiza la repercusión de Atapuerca
El codirector de los yacimientos afirma que todavía queda mucho por hacer, aunque considera indispensable un relevo generacional
Afirma que en muchos aspectos, el ser humano apenas ha evolucionado
José María Bermúdez de Castro (Madrid, 18 de junio de 1952) es un hombre tranquilo. Y lo necesita. Ser protagonista directo del cambio de paradigmas sobre la evolución humana requiere serenidad, tesón y paciencia. La misma que le ha llevado a descubrir, de la mano de sus colegas Eudald Carbonell y Juan Luis Arsuaga, algunos de los fósiles más importantes en el estudio de la paleoantropología. A sus 62 años, y tras una vida entera dedicada a la investigación, su nombre ya estará vinculado para siempre al de Atapuerca, en cuyos yacimientos nos recibe con tanta cordialidad como clarividencia emerge de su discurso.
Codirector de Atapuerca, profesor de la Complutense, investigador de CSIC… ¿cómo compatibiliza todo?
Todo eso viene por una carrera científica. Empecé siendo becario, después pasé a secretario postdoctoral, después profesor de la universidad, hice una oposición para el Consejo y lo último fue ser director del CENIEH, pero ahora estoy como investigador. No es que hagamos todo al mismo tiempo, pero sí que nos multiplicamos. Investigamos, gestionamos proyectos y, cuando el tiempo lo permite, dedicamos el tiempo a escribir. ¿Cómo podemos hacer todas estas cosas? Pues trabajando muchas horas, a veces más de las aconsejables, pero es un trabajo muy bonito y nos encanta.
¿Cómo se mantiene la ilusión después de toda una vida de descubrimientos?
“Nosotros no hemos perdido el hambre por seguir investigando”
En el Mundial de Fútbol se ha dicho que los jugadores han perdido el hambre. Pues nosotros no lo hemos perdido. A pesar de haber pasado 60 años todavía estamos con ilusión, con hambre, con ganas de publicar, de leer artículos científicos, de mover la ciencia, de contrastar hipótesis. Además, aquí en Atapuerca nos hemos juntado tres personas que somos muy diferentes pero muy complementarias, y que sigamos entendiéndonos siendo tan distintos no es algo muy habitual. Nos animamos y autoilusionamos entre todos, contando también con el resto del equipo, que es fantástico y que también nos transmite ilusión.
Este es un año especial para Atapuerca
Sí. Lo más importante para nosotros, incluso más que encontrar un fósil muy relevante, es que el congreso de septiembre salga muy bien, y por eso estamos echando el resto.
¿Qué esperan de ese congreso?
Para Burgos es muy importante en el sentido de que van a venir 3.000 personas, van a conocer una ciudad que no conocían y algunos aprovecharán para moverse por España e incluso por otros países de Europa. Un congreso de este calibre da siempre la oportunidad de atraer turismo, economía y conocimiento. Además, la mayor expansión en el tema de la prehistoria en los últimos años ha estado en España y eso se podrá contrastar organizando un congreso de estas características.
La semana que viene se cumplirán 20 años del hallazgo de los primeros restos del Homo Antecessor. ¿Qué significó aquel descubrimiento?
El hallazgo del Homo Antecessor rompió un paradigma establecido
Aquel fue un hallazgo decisivo, porque era la primera vez que rompíamos un paradigma establecido. En ciencia hay momentos en los que todo el mundo piensa de una manera y de pronto alguien descubre que no es así, como cuando se creía que la Tierra era plana. Antes se pensaba que Europa había sido colonizada hace 500.000 años y con ese hallazgo se descubrió que no, que había sido colonizada hace al menos 800.000 años. Eso supuso un impulso muy importante para que nos tomaran en serio. Luego vino el Príncipe de Asturias, el Patrimonio de la Humanidad y la Fundación Atapuerca. A partir de ahí, el 80 por ciento de los problemas que teníamos con las administraciones desaparecieron.
Me imagino que a nivel personal ese fue uno de los momentos más especiales de la historia de los yacimientos
Sí, para mí el más gratificante de todos ellos.
¿Y en todos estos años en Atapuerca ha habido alguno malo?
Sí, pero siempre han sido problemas relacionados con la gestión, que nunca han tenido que ver con la ciencia y ya están olvidados.
¿Qué esperan de la campaña de excavaciones de este año?
Absolutamente todos los yacimientos que están abiertos pueden dar algo interesante en cualquier momento. En algunos de ellos sabemos dónde están las cosas por los sondeos que hemos hecho, pero el hecho de no haber encontrado nada en un sondeo no significa que no lo haya, así que la esperanza y la ilusión de encontrar algo siempre está ahí.
¿Hasta qué punto está cambiando Atapuerca el conocimiento que teníamos de la evolución humana?
“Estamos replanteando un momento muy importante de la evolución humana”
Lo está cambiando mucho. Ahora mismo estamos replanteando un momento muy importante de la evolución humana, que es el periodo desde hace 1 millón de años hasta los Neandertales y estamos influyendo incluso en Asia. Por ejemplo, estamos trasladando nuestros modelos a China, que es un país que ha sido siempre muy cerrado desde el punto de vista político y científico y en el que han trabajado muy pocos investigadores occidentales. Estamos rompiendo barreras que hasta ahora estaban presentes.
¿Saben los burgaleses la relevancia real de Atapuerca?
Atapuerca es cada vez más conocido, aunque todavía mucha gente no ha venido. Hay que reconocer que podría haber un poco más de orgullo ciudadano. No podemos decir que Burgos no nos apoya, ya que sentimos que los yacimientos han influido en la idiosincrasia burgalesa, pero también hemos dicho muchas veces que si Atapuerca estuviera por ejemplo en EEUU se defendería con mucha más intensidad. Quizá sea que nosotros no sabemos vender nuestros productos.
La comunicación es uno de los pilares fundamentales de Atapuerca. ¿Falló al inicio del proyecto?
No es que fallara, es que con Emiliano Aguirre ni siquiera se hizo. En aquel momento, la ciencia estaba todavía encerrada en su castillo, pero cuando nosotros cogimos el proyecto decidimos salir de ese castillo. Empezamos dando charlas en todos los pueblos de alrededor, sin diapositivas ni nada, y contábamos lo que hacíamos. Luego empezamos con las visitas guiadas a los yacimientos, que tuvimos que cortar el tercer año porque nos colapsaron. Más tarde, toda esa labor de comunicación, que es paralela al proyecto científico, se ha extendido por toda España y también fuera. No queremos competir con el fútbol ni nada pero sí que la gente sepa que se hace ciencia. El proyecto no es solo contar cosas bonitas y que la gente vaya a tirar con arco al Parque Arqueológico, tiene unas connotaciones filosóficas muy importantes.
Han comentado también los tres codirectores en varias ocasiones que aquí todavía queda mucho por hacer. ¿Qué esperan a medio plazo?
“Hay muchos yacimientos que no hemos podido abrir porque no daríamos a basto”
De los yacimientos que están abiertos en este momento pueden quedar 20, 30 ó 50 años. En el yacimiento de la Sima del Elefante, por ejemplo, estamos haciendo una labor en los niveles más bajos por si tenemos la suerte de seguir encontrando más cosas, pero es un yacimiento que estamos preparando para el futuro. Sin embargo, hay otros que no hemos podido abrir porque no daríamos a basto. El problema va a estar en el relevo generacional. No sé cuál puede ser su futuro, ya que si los que están ahora mismo aquí no encuentran un futuro en España, Atapuerca tendrá un problema. Y eso sería muy triste, porque Atapuerca forma parte de la propia personalidad de Burgos, que ya no es solamente la Catedral o el Cid Campeador. Yo espero que de aquí salgan muchos arqueólogos y que el proyecto esté radicado algún día en Burgos.
¿Y qué espera en el plano personal?
A mi me hubiera gustado terminar como investigador y como docente en la Universidad de Burgos, es un objetivo que me he marcado con el equipo de rectorado actual, pero no va a ser fácil porque no hay contrataciones. Y también me gustaría que los que nos sustituyan al frente del proyecto fueran burgaleses.
¿Son buenos tiempos para la ciencia?
No, no lo son. Y para algunos ámbitos de la ciencia, menos aún. Ahora se están oyendo voces, como el discurso de nuestro nuevo Rey, que inciden mucho en la promoción de la ciencia. También lo hacen los políticos, pero quizá porque no les queda otro remedio. Lo que está claro es que si no tenemos una inversión razonable en ciencia perderemos una gran oportunidad. Ahora mismo tenemos un motor que funciona muy bien, que es el turismo, pero no podemos ir con un solo motor por la vida. La ciencia es capaz de producir un nuevo motor y tenemos que apostar por ella, que tampoco es tan caro.
¿Los jóvenes tienen interés por introducirse en la ciencia?
Yo creo que sí. Si tu vas a un colegio y preguntas, muchos te dirán que quieren ser informáticos y la informática también es ciencia. Para mi no hay división entre ciencia básica y ciencia aplicada. Todo es ciencia, y de vez en cuando, surge una aplicación. Nadie dijo “vamos a inventar el automóvil”, sino que fue el resultado de todo un trabajo científico previo.
¿No hay que estar un poco loco para ser paleoantropólogo?
“Hay que ser un poco raro para que te guste esto”
Sí que hay que ser un poco raro. Un día, Eudald (Carbonell) y yo bajábamos en el coche hacia Ibeas y me dijo: “oye, ¿no te parece que este chico es un poco raro?” y yo le dije: “¿pero tú nos has visto a nosotros?”. Efectivamente, hay que ser un poco raro para que te guste esto. Pero luego es curioso, porque cuando viene la gente y lo ve siempre te dice que es un trabajo muy bonito. Además, es extremadamente vocacional. A mi lo que me da pena es escuchar a una persona decir que quiere ser algo que no le gusta, pero le da de comer. Está claro que no todo el mundo puede llegar a ser lo que quiere, pero es triste.
Después de tantos años estudiando la evolución, ¿usted en qué ha evolucionado?
En muchísimas cosas. He cambiado una barbaridad. No soy la misma persona que empezó a estudiar la evolución humana. Creo que he mejorado en muchas cosas como persona porque he visto mundo y he tenido la oportunidad de viajar, que es muy importante. Ahora, para mi no existen las fronteras y he ido perdiendo ideas que quizá me habían inculcado desde pequeño.
¿Y en qué ha evolucionado la raza humana?
“Seguimos siendo primates territoriales y jerárquicos que necesitan líderes”
En pocas cosas. Seguimos siendo primates territoriales y jerárquicos que necesitan líderes. Lo único que tenemos es un cerebro tres veces más grande y mucho más complejo que los chimpancés que nos ha permitido dar un salto evolutivo muy importante con la cultura. Además, esta civilización está multiplicando ese salto en los últimos años, pero no ha sido la única. Ha habido otras, como la maya o los egipcios, que pudieron llegar mucho más rápido que nosotros a este punto, pero por alguna razón no lo hicieron. A nosotros nos podría pasar lo mismo en un futuro.
De hecho, seguimos matándonos los unos a los otros
Correcto. Cuando somos buenos, somos muy buenos, pero cuando somos malos, somos muy malos. Podemos hacer una obra de ingeniería impresionante o podemos llegar a la Luna. Pero también podemos hacer armas de destrucción masiva y matar a millones de personas simplemente apretando un botón. Somos una contradicción muy grande.
¿Y hacia dónde vamos?
Esa es la pregunta del millón. Podemos hacer algunas previsiones de futuro. Por ejemplo, posiblemente no tengamos un cráneo mucho más grande, ya que consumiría mucha energía y biológicamente no es rentable. En cambio, podremos tener un cerebro del mismo tamaño mucho más complejo. Seguro que cambiaremos, pero lo haremos según el medio ambiente. Al final, la evolución es una adaptación y nosotros somos hijos de un cambio climático. Si el entorno no cambia, podríamos permanecer en una estasis evolutiva. Hay muchos ejemplos de especies que no han cambiado en 300 millones de años porque no lo han necesitado.