Una Bota gigante, un torero y mucho cachondeo
La Federación de Fajas, Blusas y Corpiños inicia su ‘particular’ San Pedro paseando una bota de vino gigante por las calles del centro
El torero Miguel Abellán se une a la fiesta y regala unos cuantos muletazos
La Federación quiere que la concentración de blusas se convierta en tradición
Alguno acababa de amanecer. Otros muchos ni siquiera habían caído aún en los brazos de Morfeo, pero no faltaba nadie. A las 11 en punto -más o menos, tampoco hay que ser quisquilloso-, las peñas ya esperaban en la Plaza Mayor su primer gran momento de las fiestas de este año. Una concentración que año tras año quiere ir ganando enteros para dar una nueva pincelada de color a los primeros días de los Sampedros otorgando el protagonismo a los que ya son protagonistas de por sí: los peñistas.
Por ahí estaban dando guerra Los Gamones, La Inmaculada, La Farra, Los Felices, Los Julianitos, San Juan del Monte, Los Mangas y un largo etcétera. Ellos y sus charangas, claro. Que no falte la música. Todos juntos, que no revueltos, esperaban el momento álgido de la mañana. Con algo de retraso respecto a la previsión inicial -que estamos de fiesta, oiga- y algún invitado de excepción como el torero Miguel Abellán, aparecía en el balcón de la Casa Consistorial la Bota. ¿Qué Bota? Una muy grande, elaborada de manera especial este año por la Federación de Fajas, Blusas y Corpiños para representar la “alegoría de la celebración compartida” entre todas las peñas. No tenía vino, pero daba igual. Fue el concejal de Fiestas, José Antonio Antón, el encargado de lanzarla a la muchedumbre, que como si de un festival de música se tratara la llevó en alzas por toda la plaza.
De esta guisa se trasladó la comitiva hasta la plaza del Rey San Fernando, donde ya estaba preparado el segundo ‘pregón’ de las fiestas. Ayer el protagonista de la proclama oficial fue Alfonso Murillo, rector de la UBU, pero hoy era el turno de la Federación, y su presidente no quiso desaprovechar la ocasión. Encaramado al balcón de la sede del colectivo, Miguel Santamaría aprovechó para dejar más de un ‘regalo’ al Ayuntamiento. “En el balcón de la Casa Consistorial no estaba el alcalde, será que anda por La-calle buscando esos coches que con nocturnidad o alevosía algún cebollo ha cambiado de sitio”, proclamó entre los vítores de la multitud. Más amable fue con el concejal de Fiestas, que se lo estaba pasando ‘fetén’, y al que denominó cariñosamente “Antón Pirulero”.
Fue el propio Antón el que volvió a recoger la Bota, que se había estado paseando de mano en mano por toda la plaza. Su lugar fue rápidamente cubierto por otras muchas botas, regaladas -más bien lanzadas- por la Federación a todas las peñas que se habían dado cita en las calles del centro. Vamos, un cachondeo.
Pero todavía quedaba la guinda del pastel. La sorpresa de la que se venía hablando desde hace varias jornadas. Escondidos en el portal de la sede de la Federación descansaban varias vaquillas de pega, con sus ruedines y sus astas, preparadas para salir a dar una vuelta por la plaza. Y claro, si hay un torero entre la multitud, qué menos que dar unos cuantos muletazos y hacer un par de verónicas. Todo sea por agradar. No hubo orejas ni rabo, pero sí muchas ‘selfies’.
En definitiva, una jarana en toda regla que, visto el interés que despierta entre las peñas, tiene visos de convertirse en uno de los actos más divertidos de las fiestas. Lo que está claro es que los que andaban por allí lo disfrutaron como niños. Y eso que no hemos hecho más que empezar.