El párroco de Villatoro pide ayuda para rehabilitar El Salvador
La iglesia no pasó la Inspección Técnica de Construcciones y ha sido clausurada hasta que se subsanen los problemas estructurales
Presenta grietas debido a una insuficiente cimentación y a una cubierta inadecuadamente sustentada y que se hunde
Se requeriría de más de 400.000 euros de inversión, que no pueden cubrirse sólo con los recursos parroquiales
Mientras, los vecinos están a la espera de conocer el informe del Instituto Geológico sobre sus viviendas
La Inspección Técnica de Construcciones no está trayendo de cabeza sólo a los propietarios particulares de viviendas y edificios. La Iglesia de El Salvador, de Villatoro, ha sido examinada por los técnicos municipales y, tras detectar grietas y fallos de estabilidad y seguridad en la estructura y la cubierta, se ha decidido su clausura, junto con la del cementerio anexo. Un contratiempo que deja fuera de uso la parroquia del barrio burgalés, desplazando los actos religiosos a la ermita y a otras parroquias cercanas, y que obligará a una importante inversión económica para conseguir su reapertura.
El párroco de El Salvador, Juan José Ruiz, tiene claro que la rehabilitación del monumento se tiene que hacer “sin prisa” y de acuerdo con las posibilidades económicas de la parroquia, que está abierta a todo tipo de colaboraciones. Y es que Ruiz considera que, todo aquel que esté interesado en mantener la parroquia, único patrimonio en el barrio de Villatoro, debe contribuir económicamente al proyecto de rehabilitación. No estamos hablando únicamente del Arzobispado de Burgos, sino de los vecinos del barrio, colectivos sociales o asociaciones, como la de Empresarios del Polígono de Villalonquéjar.
Por supuesto, las aportaciones son voluntarias, recuerda el párroco, pero si se tiene en cuenta el proyecto de obras planteado por los técnicos municipales se estaría hablando de una inversión superior a los 400.000 euros, que es totalmente imposible de asumir en solitario por la parroquia. Cada uno tiene sus obligaciones, pero también sus derechos, y “no estamos obligacos a poner en servicio de los ciudadanos este bien” si no se dispone de los recursos suficientes para llevar a cabo la rehabilitación, de ahí la necesidad de contar con una colaboración por parte de todos aquellos que tengan a la parroquia en cierta estima.
Comisión de obras
De todos modos, Juan José Ruiz quiere tomarse la situación con calma, porque “las prisas nunca son buenas”. El servicio religioso está cubierto, puesto que la ermita tiene capacidad para albergar a unos 100 fieles y, en caso de necesidad, se puede acudir a parroquias vecinas como las del G3 o la Barriada de Illera. Lo primero que hay que hacer es crear una comisión de obras, compuesta por representantes del barrio, la parroquia y técnicos del Arzobispado, para determinar cuáles son las actuaciones que tienen que llevar a cabo, en qué orden y cuánto van a costar.
El informe desfavorable de la Inspección Técnica de Construcciones hace referencia a la presencia de grietas en los muros del templo y del propio cementerio, como consecuencia de una cimentación escasa y de una cubierta que no cuenta con los suficientes soportes. Además ésta se está hundiendo y todo el edificio presenta importantes problemas de humedad, dado que se encuentra sobre suelo de yeso. De ahí que las primeras actuaciones vayan a ser la colocación de testigos en las grietas, para controlarlas, y recuperar el tejado, que es lo más urgente según el párroco.
La condena de las grietas
Los problemas de la Iglesia de El Salvador no se deben, como cabría suponer, al paso de corrientes de agua en el subsuelo, como ocurre con las grietas que están haciendo la vida imposible a numerosos vecinos en sus viviendas, sino a un problema de mala cimentación sobre suelos compuestos de yeso. De hecho, Juan José Ruiz recuerda que la parroquia de Villatoro no es la única que tiene o ha tenido este tipo de problemas. La de Rioseras lleva clausurada unos cuantos años, mientras que la de Celadilla-Sotobrín tuvo que cerrarse en 1959, y la de Quintanaortuño también se derrumbó. No pasó lo mismo con la de Villanueva de Río Ubierna porque se pilló a tiempo. En todos los casos la culpa la tiene la mala cimentación de la época.
Y es que, si bien los documentos datan la Iglesia de El Salvador del año 1820, los vestigios se remontan a los siglos XV y XVI, apareciendo en el Crucero la fecha de 1671. Sería una construcción más reducida que, luego, bien por necesidades o como consecuencia de un incendio o un derrumbe, se reconstruyó, ampliándose hasta lo que se conoce en estos momentos. De hecho, se conservan elementos propios de la época románica, recuerda el párroco. La última gran intervención se llevó a cabo a principios del siglo XX y, desde entonces, sólo se han realizado pequeñas actuaciones.
Desde el Consejo de Barrio de Villatoro, Sergio Simón diferencia los problemas de la Iglesia con lo que padecen los vecinos, recordando que en el caso de las viviendas las grietas aparecidas se deben al desvío de aguas subterráneas. Antiguamente, las corrientes iban en superficie y por su cauce, pero las obras del polígono de Villalonquéjar, las circunvalaciones del tren y de carreteras, la construcción de nuevas urbanizaciones, las han desviado y ocultado, lo que está afectando a la cimentación de los edificios, poniendo en riesgo su estabilidad.
De hecho, una vivienda ya ha tenido que ser derruida y las familias de otras cuatro han tenido que abandonarlas. Los primeros avisos al Ayuntamiento de Burgos se corresponden a 2004, si bien en el registro no se presentaron las quejas hasta 2008. Nada se ha hecho hasta que no se ha visto que las casas se caen, insiste Simón. Ahora, Ayuntamiento y Consejo de Barrio están a la espera del informe del Instituto Geológico y Minero, que llegará en breve. De todos modos, Simón teme que pueda haber presiones, en cuanto a su contenido, como ha ocurrido con el documento que analizaba los peligros del fracking.
El presidente del Consejo de Barrio de Villatoro pedirá a la concejal Carolina Blasco estar presente en la recepción del informe y en las explicaciones que los expertos le den al Ayuntamiento, a fin de evitar cualquier tipo de malentendido. El problema es tan serio que Sergio Simón considera que el Consistorio tiene que implicarse en su resolución. Si no lo hace por las buenas, tendrá que hacerlo por las malas, porque las casas se caen, y el Consejo de Barrio no tiene los recursos suficientes para afrontar el problema ni un posible proceso judicial.