Embrujo medieval de la ciudad más pequeña de España
La ciudad de Frías obtuvo el título en 1435 de la mano del rey Juan II y fue frontera entre los condados cántabros y vascos y Castilla
Ha recibido este mes uno de los títulos de ‘pueblo más bonito de España’ y sus casas colgadas, su castillo y su entramado urbano lo atestiguan
Rayando entra las comarcas de La Bureba y Las Merindades, se levanta altiva la ciudad más pequeña de España. Impresiona su castillo y la silueta de casas colgadas en la montaña de La Muela que la sustenta. Sus calles pedregosas y empinadas se convierten en vericuetos laberínticos que dan siempre al mismo lugar: la atalaya que la defiende y que la convierte en uno de los lugares ‘más bonitos de España’. Por si aún no lo han adivinado, se trata de Frías.
El río Ebro cinceló la montaña para esculpir un paraje único. Al abrigo del Pico Humión, el más elevado de los Montes Obarenes, una suerte de construcciones se distribuyen por su entramado urbano como queriendo desafiar a la ley de la gravedad. De lado a lado de la ciudad, desde el castillo, que fue fortaleza de los Velasco [tan presentes en todo el norte de la provincia], hasta su iglesia de San Vicente Mártir, se cierra la ciudad intramuros; celosa de que nadie conozca su secreto; recoleta y sencilla, pero esas dos notas son las que la convierten en belleza arquitectónica; en reina de la frontera entre comarcas y en un lugar de postal fotográfica.
La ciudad
Es la ciudad más pequeña de España porque en 1435 Juan II le regaló ese título. Pero fue en 1202 cuando el rey Alfonso VIII le otorgó los fueros a Frías, lo que provocó un floreciente comercio y supuso el desarrollo económico de toda la zona. La ciudad celebra en la última semana de junio la Fiesta del Capitán. Se trata de rememorar una curiosa historia que data del siglo XV cuando el rey Juan II la intercambió con Pedro Fernández de Velasco Frías por Peñafiel y le retiró sus fueros. El pueblo se sublevó ante tamaña afrenta y una descomunal subida de impuestos y dio lugar a la Fiesta del Capitán que también conmemora la liberación de las tropas napoleónicas en la guerra de la Independencia.
El castillo
Conocido como el castillo de los Velasco o de los Duques de Frías, se asienta sobre un imponente peñasco de 150 metros que surge desde el mismo pueblo. Su torre, inmensa para los ojos, domina todo el valle del Ebro, desde Tobalina hasta parte de La Bureba. Fue, sin duda, uno de los puntos estratégicos y de defensa, primero en la reconquista y luego en el medievo. Data del siglo XI, pero antes ya hubo otra fortaleza que defendía los terrenos conquistados del asedio musulmán. De la construcción primitiva se conserva el patio de armas más el muro sur de la zona noble residencial. La torre del Homenaje es también una de las más antiguas de la construcción.
El puente
La base del puente es de época romana y por él cruzaba una calzada. Se trata de un puente fortificado que mide 143 metros de largo y tiene una altura máxima de 11,3 metros en su gran torre central, con saeteras, almenas y matacanes, para la defensa de la ciudad. Para entrar en la urbe se debía pagar el pontazgo, obligatorio para los mercaderes que se acercaban a comerciar y ganarse el sustento, así como a para visitantes y transeúntes.
Ermita y cascada de Tobera
Tobera es una pequeña pedanía de Frías que guarda un encanto especial. La ermita de Santa María de la Hoz, el Santuario del Cristo de los Remedios y el puente medieval sobre el Molinar recubierto por farallones montañosos a modo de acantilados de interior son misteriosos. Encierran, seguro, secretos que aún nadie ha sabido desvelar y que ahí quedan por ser descubiertos. La ermita es del siglo XIII y se puede ver el románico en su esplendor en un entorno único. Un poco más abajo, camino ya de Frías, el cauce Molinar se despeña en una espectacular cascada que preludia, con esa belleza natural, la otra belleza, la arquitectónica, que tiene preparada Frías para sus visitantes.