El fracaso de un sueño inconcluso
El sábado se cumple el 55 aniversario del encuentro en mitad del túnel de los obreros que trabajaban a ambos lados de la estructura para horadar 6.976 metros
El 26 de abril de 1959 fue una fecha memorable para los centenares de obreros que a golpe de piqueta y sudor horadaron el túnel de la Engaña. Fue en la madrugada de ese día cuando las dos cuadrillas de picadores, una a cada lado de la provincia de Burgos y la hoy comunidad de Cantabria, daban el último golpe a la pared de piedra para abrir un agujero por el que comunicarse.
El túnel más largo de España en aquella época hoy agoniza semi derruido en su interior. En la parte burgalesa, un muro de ladrillo y una valla metálica impiden el paso para evitar sustos a los curiosos que quieren investigar en su interior.
El proyecto
El más ambicioso proyecto ferroviario, la obra megalómana de Franco de unir Valencia y el Cantábrico, Santander con el Mediterráneo, pasaba por media provincia de Burgos y al norte, bajo el portillo de Estacas de Trueba, entraba en los parajes de Río Pas, la localidad cántabra a orillas del Yera.
Hoy es silencio. El paraje de La Engaña es un lugar tétrico por lo que representa. Un pueblo muerto, desangelado, pero que guarda un encanto especial, quizá por ese halo de tristeza que refleja el poblado derruido que nació a este lado de La Engaña.
El Santander Mediterráneo cruza toda la provincia de Burgos desde Cidad hasta Hontoria del Pinar. En la construcción de este tramo llegaron a trabajar más de 5.000 personas, incluidos los presos de la Guerra Civil. Las obras fueron rápidas; comenzaron en 1925 y acabaron en 1930. Y no sólo en Burgos, la línea de Cidad Dosante a Calatayud ya estaba operativa antes de la llegada de la Segunda República.
Pero quedaba el tramo más complicado, abrir la montaña por su parte inferior. En 1942 empezaron las obras en los dos lados, en Burgos por los montes de la Engaña y en Cantabria por La Yera. Y 17 años después, este sábado hará 55 años, se encontraron y derribaron el muro que los separaba.
Muerte
El paraje de La Engaña es aterrador. Ruinas y maleza. La agreste naturaleza del lugar se ha ido comiendo poco a poco las escasas construcciones que quedan en pie.
Hoy nadie recuerda ya las muertes en el tajo; nadie sabe nada del ‘runrún’ del agua al caer en la presilla junto al túnel; nadie recuerda los besos robados en la entrada de esa semi cueva, ni en las viejas construcciones que servían de refugio improvisado a caminantes.
Poblado
Hoy es un paisaje tétrico con las hiedras comiéndose las paredes de los viejos barracones que sirvieron de vivienda a los obreros. Todo un poblado se ordenó en torno a la construcción del túnel de siete kilómetros de longitud. Queda la melancolía para recordar; los ojos para reconocer qué fue aquello y contemplar en qué estado ha quedado.
Hoy, una ruta para andarines se inicia en la localidad de Santelices hasta el túnel de la Engaña, donde el caminante pude observar todo tipo de vegetación de montaña, robles, chopos, espineras, acacias, pinos y alisos, que se hace más bello el paseo.
Muy cerca está la iglesia y el puente de San Martín de Porres y el Monumento Natural de Ojo Guareña. Pero también Pedrosa de Valdeporres para ver pasar y parar el tren de los Ferrocarriles de Vía Estrecha en el centro del pueblo.