La Virgen Blanca saluda al verano

Miles de burgaleses celebran la llegada del calor con una jornada en la que lo profano y lo divino vuelven a coincidir

24 voluntarios elaboraron y ofrecieron en la campa del Castillo 6.000 raciones de una completa paella de marisco y carne

Media docena de peñas calentaron motores para el Curpillos cocinando pinchos de morro, chori y morci

La Virgen Blanca saluda al verano La Virgen Blanca subió al Castillo acompañada por un nutrido grupo de burgaleses. IAC

¡Que viva la Virgen Blanca! Miles de burgaleses acompañaron a plateada imagen por su ascensión al parque del Castillo. No es para menos. Esta festividad que lleva 24 años celebrándose cada último domingo de mayo para agradecer la llegada de las suaves temperaturas ha cobrado especial relevancia dentro del calendario festivo de la ciudad. Y es que ya se sabe que cuando se combina lo profano y lo divino el éxito suele estar garantizado.

Romería, paella, peñas y trajes regionales han hecho disfrutar a miles de burgaleses en el parque del Castillo

La parte más espiritual de la festividad, la que realmente da nombre y justifica la jornada ha arrancado al filo del mediodía con la salida en procesión desde la iglesia de San Pedro de la Fuente. Allí, autoridades, peñistas, grupos de danzas y cofrades se han reunido para emprender una ligera y animada ascensión al lugar en el que un día se erigía la iglesia de Nuestra Señora de la Blanca y que fue destruida en la Guerra de la Independencia.

Ya en la cima, una colorista eucaristía, animada con trajes regionales y pañuelos de peñas, anticipaba lo que estaba por llegar y lo que despierta el interés de ese otro público más profano, la brasa, el grifo de cerveza y la bota de vino.

A pocos metros donde se rendía tributo a la Virgen Blanca, los peñistas servían el morro, el chori y la morci, eso sí, sin el inoportuno aderezo que se le pone en El Parral, la pelusa. Los pinchos de las seis peñas instaladas en el aparcamiento servían para “matar el gusanillo” e ir abriendo boca para el verdadero protagonista culinario de la jornada, la paella.

6.000 raciones no son suficientes

El amarillo alimento ha tenido un elevado número de pacientes comensales que han esperado ordenadamente a que, a las 14.30 horas, y con los representantes políticos como camareros, se empezasen a servir las cerca de 6.000 raciones. Un total de 24 voluntarios han contado con la ayuda de Alcampo, que ha puesto los ingredientes, y Recaditos, que ha facilitado las cocinas, para preparar un total de 36 grandes paellas.

Al filo de las ocho de la mañana comenzaba a instalarse en el Castillo toda la infraestructura necesaria para la preparación de las paellas y no ha sido hasta las ocho de la tarde cuando han terminado de limpiar y recoger. En total, doce horas de trabajo para ofrecer unas deliciosas raciones de paella con marisco y carne de pollo y cerdo que se han agotado en un ambiente festivo que hace de preámbulo de todo lo que está por llegar y que se resume en verano.

Imágenes realizadas por Ismael del Álamo