Los truficultores burgaleses unen sus fuerzas para impulsar el sector en la provincia

Una treintena de truficultores burgaleses constituyen una asociación para poner en valor la producción provincial y defender sus intereses

Aseguran que la trufa es un sector con grandes posibilidades de generar economía rural y, por consiguiente, fijar población

Los truficultores burgaleses unen sus fuerzas para impulsar el sector en la provincia Los responsables de la asociación la presentaron en sociedad. GIT

La trufa es un sector emergente. Prueba de ello es la proliferación, lenta pero continuada, de negocios vinculados a la trufa en la provincia de Burgos, que de un tiempo a esta parte ha visto cómo se transformaban las antiguas explotaciones silvestres en cultivos profesionales. Pero todavía queda un mundo por recorrer para equiparar el sector en la provincia al de territorios como Teruel y Soria. Y para ello, una treintena de productores de trufa se han unido bajo el paraguas de la Asociación Truficultora de Burgos, que nació a finales de 2015 y en los últimos meses viene consolidando su actividad.

Se calcula que en Burgos hay entre 200 y 300 hectáreas dedicadas al cultivo de trufa

Según ha explicado Rubén Heras, presidente de la asociación, ahora mismo se calcula que hay entre 200 y 300 hectáreas de terreno dedicadas al cultivo de trufas. Sin embargo, la inmensa mayoría de las explotaciones son jóvenes y todavía no han comenzado a producir, ya que la trufa tarda en madurar normalmente más de una década. Ese ciclo vegetativo es el que marca el devenir de un sector marcado por los buenos márgenes de beneficio, pero también por la tardanza en amortizar las fuertes inversiones que hay que realizar para poner en marcha una explotación.

Esa circunstancia, de hecho, es uno de los mayores hándicaps a los que se enfrentan los recolectores de trufas, que visto el descenso paulatino de los hongos silvestres en la provincia, han comenzado a poner en marcha explotaciones de pequeño tamaño que se confían en rentabilizar a largo plazo. Ahora mismo, el kilo de trufa negra, la más habitual en explotaciones y cultivos, varía entre los 300 y los 1.000 euros en origen, y ese es un aliciente para poner en marcha una explotación.

Formación y promoción

Sea como fuere, desde la asociación se reconoce que falta profesionalización y coordinación. Por eso, sus responsables han diseñado un plan de actuación de cara a los próximos ejercicios basado fundamentalmente en tres objetivos, como son “representar” a los asociados, “defender” sus intereses” y “actuar” para mejorar las condiciones del sector. En este sentido, abundan, ya se han planificado sendos cursos de formación en torno, no sólo al cultivo, sino a todo lo relacionado con la truficultura.

Asimismo, la asociación está negociando con una entidad financiera la creación de líneas de crédito específicas para la puesta en marcha de nuevas explotaciones y ya se ha preparado la que será la III Feria de la Trufa, que se celebrará el 28 y 29 de enero en Quintanalara, una de las localidades con mayor presencia de trufa.