La calle Vitoria en un abrir y cerrar de ojos

Óscar Esquivias y Asís G. Ayerbe presenta su último trabajo, un desplegable de 8 metros sobre la calle Vitoria

Fotografías que retratan lo más emblemático de una vía clave para la ciudad, tomadas en una única jornada

Dos cuentos “oníricos” escritos por el burgalés completan una creación de pequeño tamaño pero exquisita

La calle Vitoria en un abrir y cerrar de ojos La creación es un desplegable de 8 metros. PCR

10 cm de largo, 10 cm de ancho, 2,5 cm de grosor. Son las medidas de ‘Calle Vitoria’, el nuevo trabajo del escritor Óscar Esquivias y del fotógrafo y diseñador Asís G. Ayerbe, que se ha presentado esta mañana en la Feria del Libro. Un gran desplegable de más de 8 metros de largo que recorre, a modo de homenaje, esta vía clave para la historia de Burgos. Un nexo constante de unión y desunión entre la Zona Centro y Gamonal, que representa perfectamente la evolución de la ciudad, con el desarrollismo urbano y obrero, la pérdida de valor de los espacios militares y el impulso de la actividad comercial.

‘Calle Vitoria’ es un libro “único y muy emocionante”, reconoce Óscar. Es una gran obra de arte, compuesta por 82 páginas en la que las fotografías de Asís toman el protagonismo para mostrarnos los grandes contrastes de una vía que forma parte de nuestro día a día, pero a la que apenas prestamos atención. Fachadas de edificios históricos y emblemáticos, como el antiguo Banco de España (ahora Subdelegación del Gobierno), se mezclan con alguno de los restaurantes de mayor prestigio de la ciudad, los bloques de viviendas, los edificios militares y las casas del Antiguo Pueblo de Gamonal.

Óscar y Asís se muestran muy orgullos de su "criatura". PCR

Óscar y Asís se muestran muy orgullos de su “criatura”. PCR

Estamos hablando de 3,7 kilómetros de extensión, desde la Plaza del Cid hasta los confines de Gamonal. Esquivias y Ayerbe llegaron incluso a Bridgestone para que les explicasen que aquello ya es Nacional I. Así que el formato desplegable nos ofrece la posibilidad de disfrutar a un simple vistazo de la riqueza del entorno. Un “juego de magia”, como el que hacen los prestidigitadores cuando despliegan la baraja ante los ávidos ojos de su público. Así es como se presenta esta creación, que nació de emociones compartidas, de ambiciones personales y de realidades tozudas.

La llama de Gamonal

La idea de hacer un desplegable siempre rondó por la cabeza de Asís, reconoce el fotógrafo, así que empezó a fantasear. Se le ocurrieron “cosas muy exóticas”, que si los edificios más bonitos de las grandes ciudades, que si un recorrido por París a la orilla del Sena… Hasta que Óscar le puso los pies en el suelo. Las obras del bulevar y los disturbios habían convertido a Gamonal en un “símbolo”, reconoce el escritor, para algunos de la lucha del pueblo, para otros de la imposición de ideas mediante la fuerza. Y Gamonal es también la calle Vitoria, así que no había dudas, tocaba rescatar la belleza y la historia del lugar.

La presentación ha contado con un buen número de asistentes. PCR

La presentación ha contado con un buen número de asistentes. PCR

Con la idea en la cabeza, fotógrafo y escritor se pusieron manos a la obra. Quedaron el 10 de noviembre de 2014 y, pidiendo clemencia a la meteorología, salieron a tomar imágenes. “Lo que nos encontráramos saldría en el libro”, explica Asís. Y tuvieron suerte, dieron con un día “estupendo”. El diseñador llevaba todo perfectamente planificado: 3,7 kilómetros, una foto por cada 60 metros, 274 instantáneas. Técnica sin emoción que se demostró “absurda” nada más pisar la calle Vitoria. Las imágenes las marcaban los recuerdos, los emblemas, propios y ajenos.

Y luego llegó el momento más duro, la “absoluta pesadilla”, el montaje. Y Asís se concentró de una manera tal que cuando Óscar quiso saber qué debía escribir, a modo de pie de foto, nadie le constaba. Así que el burgalés planteó dos cuentos, una visión onírica de la calle Vitoria, que ocupan un lugar muy discreto, a modo de “río subterráneo”. Primero escribió uno de los textos, luego se puso con el segundo. Se propuso que ambos tuviesen el mismo número de caracteres pero “fracasé”, reconoce, porque no quiso sacrificar la creación literaria por un efecto visual. Y el resultado es sorprendente.